Conocí hace muchos años a Reyes Rodríguez, cuando yo era secretario general del CIDE. Gracias a la audacia y tenacidad de Ana Laura Magaloni, decidimos crear la División de Estudios Jurídicos en esa institución pública. Si no mal recuerdo, Reyes fue la primera contratación que hicimos para esa División. Se trataba de un jurista inteligente, trabajador, probo y con las mejores credenciales académicas.

Reyes luego se fue a trabajar con mi amigo Benito Nacif, cuando lo eligieron consejero general del Instituto Federal Electoral (el IFE, hoy INE). Ahí afianzó su carrera como experto en derecho electoral, lo cual le permitió convertirse en magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), primero en una sala regional y luego ya en su Sala Superior.

Esta Sala, que es la última instancia en materia electoral, está conformada por siete magistrados, quienes eligen a su Presidente por mayoría simple. Cuando en 2021 la Sala Superior destituyó de la presidencia al indecoroso José Luis Vargas, mejor conocido como el “magistrado billetes”, lo sustituyó Reyes Rodríguez por votación unánime. El TEPJF no pudo quedar en mejores manos.

Sin embargo, nuestra máxima autoridad electoral se encuentra en una crisis profunda.

Para empezar, dos magistrados terminaron su periodo constitucional el 31 de octubre. La Suprema Corte de Justicia ya envió al Senado, desde septiembre, las dos ternas para elegir a los sustitutos. Pero la Cámara alta no los ha votado. Supongo porque, en el actual contexto electoral, está muy difícil conseguir la mayoría calificada de dos terceras partes que se requiere para nombrar a los magistrados electorales.

El resultado es que, en lugar de operar con siete miembros, la Sala Superior lo está haciendo con cinco.

Y de los cinco, tres (Mónica SotoFelipe Fuentes y Felipe de la Mata) están demandando la deposición de Reyes como presidente. Argumentan que le han perdido la confianza.

En un escrito publicado ayer en X, Rodríguez aduce que el descontento con su persona se extremó por “diversas políticas administrativas implementadas durante mi presidencia”. Siguiendo el espíritu de racionalidad del gasto y austeridad del presidente López ObradorReyes ha reducido ciertos beneficios a los magistrados.

En la publicación, Reyes menciona algunas prebendas que recortó y que eran francamente escandalosas, como viajes en primera clase para los magistrados y personal de apoyo, el derecho a disponer de nueve coches para cada uno de los jueces y cuentas ilimitadas de combustibles y peajes. Rodríguez también menciona que los tres magistrados que piden su destitución estuvieron en contra de su propuesta de solicitar un monto similar al ejercido en 2018 (año electoral) para el presupuesto del TEPJF en 2024 y explica cómo ha repartido el poder administrativo de la institución entre todos los magistrados, a pesar que es una prerrogativa exclusiva del presidente.

Yo sí le creo a Reyes.

Lo conozco y sé que es un profesional serio, capaz y austero.

Una pregunta que está en el aire es qué tanto esto es un motín orquestado por tres magistrados incómodos con la gestión de Rodríguez o qué tanto hay una mano escondida que está meciendo la cuna. Y me refiero, desde luego, al gobierno de AMLO.

Sabido es que al Presidente le chocan los órganos independientes, particularmente los judiciales. Su objetivo es controlarlos. El TEPJF resulta una institución muy apetitosa para el gobierno ahora que vienen las elecciones de 2024, las más grandes de la historia.

¿Será que desde Palacio Nacional están operando para remover a Reyes de la presidencia del TEPJF?

Aunque AMLO no ha querido posicionarse sobre el tema, existen sospechas de acercamientos con los magistrados amotinados. Hay imágenes, por ejemplo, de uno de ellos, De la Mata, abrazando alegremente peluches con la figura presidencial.

¿A quién le conviene un Tribunal mermado con sólo cinco magistrados y en crisis por la posible destitución de un presidente tan competente como Reyes?

No a los eventuales ganadores de las elecciones. A ellos les beneficia un Tribunal robusto y con legitimidad que ratifique sus triunfos. Sí, en cambio, a los perdedores, que podrían revertir los resultados en las elecciones gracias a un tribunal débil y capturado por el gobierno.

¿Será que Morena y sus aliados se sienten tan vulnerables que quieren socavar al TEPJF para obtener en el escritorio lo que no pudieron ganar en las urnas?

Cuidado, mucho cuidado, con lo que está pasando en el Tribunal Electoral.

X: @leozuckermann

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