En la década de los 1970 estuvo de moda la teoría de la dependencia, entre sus elementos centrales se consideraba que el centro imperial tenía países dependientes que seguían su modelo y consecuentemente nunca se desarrollarían, quedando subdesarrollados. Los países dependientes exportaban materias primas (e.g., petróleo) e importaban bienes manufacturados (e.g., gasolina) y tecnología obsoleta, eso ayudaba al desarrollo tecnológico del centro. La burguesía dependiente articulaba localmente los intereses del imperio.

Se puede pensar, que con ciertos ajustes, cincuenta años después algunos de los elementos centrales de la teoría siguen siendo válidos. Mientras este planteamiento estaba en el terreno académico, todo parecía una discusión intelectual, aunque no se negaba que México estaba en la esfera de dominio de Estados Unidos o que era su patio trasero.

Pero cuando un país descubre su condición de dependencia, y me refiero al gobierno y a la sociedad en general, entonces el debate adquiere otros tintes.

Un caso en concreto es la política migratoria mexicana. Durante décadas el gobierno sostuvo que había libertad de movimiento y que por lo tanto no podía frenar a los migrantes, luego entonces el problema era de Estados Unidos que tenía que manejar a los sin papeles. Durante ese tiempo en Estados Unidos se criminalizó a los trabajadores, se negó a nombrarlos seres humanos y se les definió como aliens, casi como si fueran extraterrestres. Una consigna de los 1990s fue “Ningún ser humano es ilegal”.

Estados Unidos armó una guerra de baja intensidad en la frontera, las fuerzas anti migratorias crecieron en personal, equipamiento y presupuesto y coyunturalmente se permitió que milicias cazaran y detuvieran migrantes; se creo una ruta de la muerte obligando a los migrantes a atravesar el desierto a lanzarse por vías acuáticas (río y mar). Por supuesto que el número de muertos al intentar cruzar creció constantemente.

Pero la situación socio-económica y política en los países expulsores se descompuso, y Estados Unidos es una parte mayor de esa descomposición, ya sea porque es el principal mercado de drogas lo que ha facilitado el crecimiento escandaloso de las bancas criminales, asociadas a factores de poder, las formas de explotación han creado una pobreza insultante, mientras sus agencias de espionaje bloquean y destruyen a las fuerzas que promueven el cambio, llegando a promover golpes de Estado.

La respuesta de Estados Unidos fue obligar a los países de tránsito para que frenaran migrantes, México fortificó su frontera sur y eventualmente ha tomado medidas de control, como suspender la bestia, el tren al que se suben los migrantes y que no se salvan de ser atracados, por criminales con y sin uniforme.

Uno de los puntos de inflexión han sido las Caravanas de migrantes, que responden a desequilibrios locales severos, y parecen contar con fuerzas de apoyo motivadas en parte para agrandar el problema y propiciar un clima político adverso en Estados Unidos, ya sea endurecer la política anti migrante o presionar políticamente, por ejemplo, los republicanos intentan destituir al secretario de seguridad interior, encargado de atender la migración.

La migración invadió la política y se le concibe desde niveles gubernamentales como el enemigo, invasor, llegando al grado de meter los controles migratorios en el paquete de medidas de apoyo a las guerras en Ucrania y contra Hamas. Los republicanos llegaron al extremo de incluir en la ley bloquear la frontera lo que causará un severo daño económico, crucial en año electoral.

La paradoja es que la migración documentada e indocumentada es una bendición para la economía de Estados Unidos. Provee capacidades intelectuales, mano de obra calificada y reemplazo de trabajadores. En 2021 su contribución en impuestos llegó a $30,800 millones de dólares y Texas se llevó unos 11 de éstos. Si contamos la contribución económica total que incluye consumo, pago de rentas, alimentos, gastos médicos, etc., su contribución supera varios trillones de dólares.

Desde Zedillo, Estados Unidos mostró abiertamente su peso y dejo de disfrazar la dependencia. Zedillo tuvo que entregar la presidencia y el control financiero del petróleo a cambio del rescate económico por su error de diciembre.

Desde Fox logran que México altere una política de largo plazo y la migración empieza a volverse un problema mexicano, debido en primera instancia a la corrupción de los agentes migratorios y a que los grupos criminales descubren que los migrantes son una veta de dinero y de tráfico al convertirlos en burros.

Estados Unidos logró extender su frontera hasta el Río Suchiate.

La sólida base política de AMLO no fue usada para cambiar la dependencia. Frente a las amenazas de Trump acepta en el país a los solicitantes de asilo mientras se procesan sus juicios, proceso que es muy prolongado, y ha atendido con medidas policíacas un proceso socio-económico, que dada la corrupción se dan desgracias como el incendio de una estación migratoria en Ciudad Juárez. Continúa la legendaria travesía desastrosa por México (violaciones, hurtos y abuso) para los trabajadores en busca de un futuro mejor.

Lo peor que le puede pasar a un país y por supuesto su gobierno, es comprobar su dependencia y como su futuro está diseñado y determinado por otros.

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