La contundente apreciación de la moneda nacional, que la ha encumbrado a máximos de siete años, es ostentada por el Gobierno como una presea de su éxito económico, pero del otro lado de la medalla exportadores y receptores de remesas están resintiendo los efectos del “súper peso” y temen más coletazos.

Tras revalorizarse casi un 5% el año pasado, el peso mexicano es una de las divisas que mejor desempeño han tenido en 2023 frente al dólar con una apreciación de un 12%.

Y la expectativa es que la buena racha siga mientras continúen los flujos de recursos al país seducidos por los atractivos rendimientos que ofrece la deuda local tras una serie de alzas de la tasa clave del banco central.

Según expertos, el rápido paso este año de 19.50 pesos/dólar a unas 17 unidades, estaría haciendo menos competitivas las exportaciones mexicanas que en 2021 representaron dos quintos del Producto Interno Bruto (PIB).

Sólo en abril, el valor de esas exportaciones que coronaron un récord de 577,735 millones de dólares en 2022- cayó un 2.9% interanual, marcando su segundo mes en baja en el año y un sacudón para una economía orientada hacia el exterior.

“Definitivamente siento que una apreciación prolongada de este ‘súper peso‘, pudiera afectar un poco más de lo que pudiera ayudar (a la economía mexicana), porque tenemos mucha actividad al exterior, muchas exportaciones, mucho turismo”, afirmó Guillermo Mateos, director de derivados de Banco Base.

El súper peso también impacta la competitividad de la industria mexicana, cuyos gremios han advertido que sectores como el textil, calzado, maquinaria y otros compiten con productos importados de Asia. En el primer cuatrimestre las importaciones locales crecieron un 4% interanual después de dispararse un 20% en todo 2022.

Y sobre las remesas, que en 2022 toparon récords, un dólar más débil afecta seriamente su capacidad de compra y más en un ambiente de elevada inflación. Banco Base estima que las remesas podrían perder más de un 10% de su poder adquisitivo si el tipo de cambio se mantiene como el actual.

La actividad turística, que en 2021 aportó un 7.5% del PIB nacional, si bien no ha resentido aún la fortaleza de la divisa en el primer cuatrimestre -el arribo de turistas internacionales al país creció un 13.7% interanual-, analistas no descartan que hacia adelante pueda hacer mella en la industria.

“De mantenerse un tipo de cambio en estos niveles podría ser un importante catalizador para ajustar las preferencias de los viajeros en venir a México o ir a otro lugar”, dijo Jonathan Zuloaga, analista de la consultora Columbus de México.

Para muchos mexicanos un peso fortachón sigue siendo señal de una economía sana luego de décadas de penosas devaluaciones. El presidente Andrés Manuel López Obrador se jacta de la apreciación reciente de la moneda pero sin referirse a los efectos contrarios sobre las remesas, que suele celebrar.

“Ya se está hablando del milagro mexicano, del sueño mexicano”, dijo recientemente sobre el desempeño del peso.

Pero desde que el país adoptó un esquema cambiario de libre flotación en 1994, la moneda se ha erigido en una de las más líquidas entre sus pares emergentes y sus vaivenes responden principalmente a sucesos globales, vistos como una válvula de escape ante cualquier tipo de choque externo o del interior.

En el Chicago Mercantile Exchange (CME) las apuestas especulativas para un peso más fuerte han crecido desde marzo. La semana pasada, las posturas a favor de la moneda treparon a 78,809 contratos, de los montos más altos desde inicios de 2020.

Así, una encuesta del Grupo Financiero Citibanamex reveló que analistas mejoraron su previsión del tipo de cambio a 18.32 por dólar para el cierre de año desde 18.70 unidades previo.

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