Ayer, promovido por los simpatizantes de la campaña de Xóchitl Gálvez, circularon ampliamente los resultados de una supuesta encuesta de Massive Caller, donde, por fin, la candidata de la oposición rebasaba a Claudia Sheinbaum. Hasta la morenista tuvo que salir a explicar, correctamente, que no hay que fiarse de los resultados de esta casa encuestadora que lleva a cabo sondeos robotizados de los cuales no pueden realizarse inferencias estadísticas.

Es parte de la guerra de las encuestas, típicas de una campaña electoral.

Yo llevo muchos años, décadas, analizando encuestas y, sí, este método científico tiene severos problemas en todos los países. Los propios encuestadores lo reconocen.

Algo malo está ocurriendo en la industria: han sobreestimado a ciertos partidos y candidatos y, por tanto, subestimado a los otros.

Los errores se van apilando. La lista se va incrementando.

En México ya se nos olvidó cómo la gran mayoría de los encuestadores reportaban una amplia ventaja de Peña sobre López Obrador en la elección presidencial de 2012. Al final resultó que el priista sólo ganó por seis puntos porcentuales.

En 2014, los escoceses acudieron a las urnas para decidir si se mantenían dentro del Reino Unido o se independizaban. Las encuestas hablaban de una contienda muy pareja donde cada voto contaría. Al final, el “no” a la independencia le ganó por una ventaja de diez puntos porcentuales al “sí”.

En Estados Unidos, en las elecciones intermedias de 2014, se hablaba de una contienda competida donde los demócratas podían aspirar a mantener el control de la Cámara de los Representantes. Pamplinas: los republicanos barrieron.

Lo mismo en 2012: se pronosticaba una elección muy empatada entre el presidente Obama y el republicano Mitt Romney. Pero Obama se llevó todos los estados supuestamente peleados donde se definiría la elección.

En 2015, todos los encuestadores y sus modelos vaticinaron un Hung Parliament, es decir, que ningún partido tendría la mayoría para controlar la Casa de los Comunes y formar gobierno sin alianzas en el Reino Unido. Al final, el primer ministro David Cameron y los conservadores barrieron. Obtuvieron 331 escaños, una cómoda mayoría para formar gobierno sin ninguna alianza.

Regreso a México en tiempos más recientes. El año pasado, para ser más precisos.

La elección de gobernador del Estado de México la ganó Delfina Gómez (Morena, PT y Verde) por ocho puntos porcentuales. La gran mayoría de los encuestadores se equivocaron en sus últimas mediciones antes de los comicios.

De 27 encuestas que supuestamente midieron las preferencias de los electores a unos días de ir a las urnas, 23 le daban una diferencia de dos dígitos a Delfina sobre Alejandra del Moral (PAN, PRI, PRD y NA). Seis reportaban una brecha de más de 20 puntos porcentuales. La que más hablaba de hasta 24.6 puntos entre el primer y segundo lugar. Sólo se equivocó por 16.3 puntos porcentuales, tres veces más que la diferencia real.

Las dos encuestas publicadas que arrojaron los resultados más certeros fueron la de México Elige para Radio Fórmula, que traía una diferencia de 6.4 puntos porcentuales a favor de Delfina, y la del periódico Reforma con diez puntos.

Todas las demás tuvieron mayores diferencias y, por tanto, erraron en el pronóstico. Algunas más gacho que otras.

Si algo quedó claro de las elecciones en el Edomex es que los encuestadores están sobreestimando las intenciones reales de voto a favor de Morena y subestimando las de la oposición.

En un artículo de agosto de 2014, el experto en demoscopía Nate Silver ya daba algunas pistas de por qué los errores en las encuestas a nivel mundial: se ha incrementado la no respuesta en las encuestas políticas, los costos han aumentado, lo cual ha producido sondeos de menor calidad, en encuestas telefónicas es más difícil encuestar en celulares, existen problemas al aplicar ponderadores socioeconómicos para corregir y modelos de predicción que antes eran valiosos ya no sirven.

Silver incluso hablaba de encuestadores que, simple y sencillamente, inventaban sus datos.

Entonces, ¿debemos creerles a las encuestas en esta nueva temporada electoral en México?

Desgraciadamente en nuestro país no existen mercados de apuestas para ver hacia dónde se está moviendo el dinero para pronosticar el futuro. También, por desgracia, no se ha inventado otro método científico para medir los humores y preferencias de la opinión pública nacional. Lo único que queda, entonces, son las encuestas. Pero hay que ser muy cautos con ellas tomando en cuenta los errores en nuestro pasado y lo que está sucediendo en el mundo entero.

X: @leozuckermann

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