Voy a comenzar con lo obvio y más importante. Estoy absolutamente en contra de que un país invada la embajada de otra nación en cualquier circunstancia. Condeno tajantemente la decisión del presidente Daniel Noboa, de Ecuador, al ordenar que agentes enmascarados irrumpieran por la fuerza en la representación diplomática de México en Quito, con el fin de apresar al exvicepresidente Jorge Glas, quien estaba solicitando asilo político en nuestro país.

Se trata de un acto ilegal que viola el derecho internacional. El territorio de las sedes diplomáticas debe respetarse a cabalidad. Es lo correcto desde el punto de vista jurídico y político. Se trata de una condición necesaria para el buen funcionamiento de las relaciones bilaterales entre dos países.

Insisto para que quede muy claro: condeno el asalto a nuestra embajada en Quito y apoyo la subsecuente decisión del presidente López Obrador de romper relaciones diplomáticas con el gobierno de Daniel Noboa.

Punto.

Dicho y reiterado esto, el caso de nuevo exhibe la hipocresía de AMLO.

Para empezar, él siempre ha defendido retóricamente la doctrina de la no intervención y el derecho de autodeterminación de los pueblos. Para el Presidente, el Estado mexicano no debe intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado. México no puede emitir juicios partidarios de lo que está ocurriendo en otra nación.

Reiteradamente, AMLO recurre a la famosa frase del presidente Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

Pero AMLO es inconsistente. Cuando le conviene, utiliza la doctrina de la no intervención y el apotegma juarista. Pero, también cuando le conviene, se olvida de ellos.

Es un hipócrita.

En el caso ecuatoriano, la semana pasada se pasó varios minutos de su conferencia mañanera contando la versión de lo ocurrido en Ecuador durante su último proceso electoral de 2023. Claramente tomó una postura en contra de cómo llegó al poder el actual presidente Noboa.

La intervención de AMLO en asuntos internos ecuatorianos fue lo que generó toda la crisis diplomática con ese país. El origen del conflicto está en las gratuitas e innecesarias declaraciones de López Obrador en su muy personal interpretación de las elecciones presidenciales ecuatorianas del año pasado. De ahí vino la reacción de Noboa; el asunto fue escalando hasta que las fuerzas policiacas invadieron la embajada mexicana.

Aquí insisto: se trata de un acto ilegal y cobarde por parte del gobierno de Quito.

Ante tal barbaridad, varios gobiernos de América Latina se solidarizaron con México. Ayer lo hizo el presidente Lula da Silva, de Brasil. AMLO se lo agradeció y respondió, con respecto a Ecuador: “Si no se van a respetar las normas, las reglas internacionales, entonces vamos a vivir en el mundo de los gorilas, con todo el respeto a los gorilas”.

Impecable declaración.

Pero, otra vez, muy hipócrita.

Cuando le conviene al Presidente, demanda que se respete el Estado de derecho. Pero, cuando no le conviene, argumenta que “no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley” o defiende que “por encima de la ley está la autoridad moral y la autoridad política” del Presidente.

Bajo esos mismos preceptos, el invasor Noboa podría justificar el asalto a la embajada mexicana en Quito diciendo que no le vengan con el cuento de que la ley internacional es la ley. O que su autoridad moral y política está por encima de la regla que impide el allanamiento de una embajada extranjera.

Vamos a ponerlo de otra manera. Después de haber violado la regla que prohíbe la publicación del número telefónico privado de una persona, la periodista afectada por López Obrador hubiera podido argumentar: “Si no se van a respetar las normas, entonces vamos a vivir en el mundo de los gorilas”.

Y sí, efectivamente, de no respetarse el Estado de derecho, acabaríamos viviendo en la jungla. Qué bueno que AMLO sepa esto. Lástima que lo aplique a su conveniencia.

Un último apunte. Jorge G. Castañeda hace un preciso recuento de todos los tropiezos que ha tenido AMLO en su supuesta “buena” relación con América Latina: “Pleito con Perú; pleito con Milei; pleito con Ecuador; ausencia de Lula en México desde que es presidente; pleito con Boric por su deseo de dar un discurso en la U de G en noviembre de 2022; complicidad con las tres dictaduras (Cuba, Venezuela y Nicaragua); derrota en el BID y en la OEA; cobardía en Haití (renuencia a participar en una fuerza de la ONU)”. Así el saldo al día de hoy.

           X: @leozuckermann

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