Dicen que nadie es profeta en su propia tierra, sin embargo, como orgulloso tijuanense que soy, bien vale la pena hablar de lo bonita que es mi tierra, la tierra de todos. Tijuana es una ciudad que cumplirá 135 años el próximo 11 de julio, y que, como municipio, alcanzó siete décadas el 1º de marzo pasado.
Es cierto que las condiciones geográficas, demográficas y climatológicas, además de su naturaleza fronteriza, la convierten en una ciudad con ciertas limitantes, pero no por eso se puede decir: “…Tijuana no es nada bonito como Cancún, eh. O sea, la verdad, pero se está volviendo un destino turístico por su gastronomía, por la Ruta del Vino en Mexicali (SIC)…”. Vaya traspié que tuvo la candidata presidencial de la coalición Fuerza y Corazón por México. Más allá de confundir la ubicación de la cuna de los mejores vinos del país, que a cualquiera le puede pasar, la realidad es que Xóchitl Gálvez confió demasiado en su capacidad para improvisar. ¡Y eso que traía el “acordeón” en la mano!
Se podría comprender que la abanderada presidencial del PAN, PRI y PRD se refiriera a las bellezas naturales de Quintana Roo que, dicho sea de paso, son únicas en su tipo, sin embargo, de que la regó, la regó. Sin ánimo de justificarla, a su favor puedo decir que los partidos que la arropan no la están dejando ser Xóchitl, pues pareciera que prefieren meterla en una camisa de fuerza, en lugar de permitirle actuar con naturalidad y basar la campaña en quien es, no en quien quieren que sea.
Las que de plano hicieron “leña del árbol caído”, fueron dos gobernantes morenistas. Si bien es válido y obligado defender esta bendita tierra, más que victimizarse, debieron dar una cátedra de las enormes bondades y atractivos de Tijuana y de Baja California.
“Es inaceptable que un aspirante al cargo más importante de la República se exprese de tal forma y desprecie a una comunidad con tanto potencial y belleza”, dijo una de ellas. Luego, la otra dama confundió la gimnasia con la magnesia, pues después de defender a Tijuana escuetamente, agarró monte y despotricó con quien se le puso enfrente.
Ni tarde ni perezosa, la senadora con licencia y aspirante presidencial le respondió a la gobernadora del brazo poderoso de la patria y, entre otras cosas, le dijo: “Tijuana es grande y bello gracias a su gente xingona (SIC). Desgraciadamente la ciudad está abandonada y mal gobernada…Solo falta que usted me diga que hoy Tijuana es un paraíso de paz y seguridad, con calles bien pavimentadas, llena de parques y espacios públicos de calidad y sin ningún tipo de problema…Los tijuanenses merecen más de lo que hoy les dan”. En eso, es imposible no estar de acuerdo.
Incluso el “Gobernathor” (imitador Samuel García), en una presentación reciente, aprovechó para mofarse: “…me sale más barato despavimentar lo que queda de Tijuana y que se ande en la terracería”. Ahora sí que ni la burla perdonó.
Lo rescatable y destacable de todo esto es que, sin duda, lo más bonito, lo más valioso y lo más importante de Tijuana es su gente. A diario, esta generosa frontera recibe a personas de distintos orígenes con los brazos abiertos. Como también señaló la hidalguense en su atropellado mensaje: “…llegó tanta migración a Tijuana. Llegaron tanta gente de Oaxaca, de Chiapas, de Guerrero, de Hidalgo, que se trajeron su cultura…”, eso hace rica, grande y poderosa a esta noble ciudad.
Post scriptum: “(Tijuana) Nació provocativa, muy coqueta, muy activa, muy risueña. Muy norteña, muy bonita, muy astuta, muy sincera. Muy valiente…”, Juan Gabriel.
*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).