Decía mi amigo Federico, gran conquistador: yo no le tengo miedo para luchar por el amor de una mujer si mi contendiente es más guapo que yo. Si es más joven que yo, no le tengo miedo. Si es más rico que yo, no le temo. Si canta bonito y mejor que yo, sin duda lo derrotaré. Si es más fuerte que yo, lo venzo. Con el que me rindo, me doy, ni siquiera intento luchar, es con aquel que tenga más tiempo que yo.
Como ustedes pueden ver Federico tenía una clara noción de la relaciones entre hombre y mujer y continuaba: “una buena técnica es hacerlas reír, bromear, que se relajen, que la dama a ser conquistada se encuentre bajando la guardia porque la risa la tranquiliza” Por supuesto “continuaba Federico, si cantas bien, si tienes buen aspecto, si tienes detalles como regalar flores o cortesías como, abrir y cerrar puertas o quizás llevar una serenata o escoger una melodía que le gusta y que penetre en lo profundo de su mente y se convierta en una comunicación aun no estando juntos son buenos sistemas para halagar.
Un amigo, estando en secundaria le preguntó a nuestro Federico que como le haría para conseguir una novia y Federico le dijo: vamos a usar el sistema de “tiro de ráfaga” y vas a declararte de una por una a todas las muchachas de 1ro de secundaria y así si no resulta, continuarás con las de 2do de secundaria y si no resulta te vas con las de 3ro, de seguro entre estas 40 o 50 chicas alguna te dirá que sí y bueno si no estás enamorado con ellas prácticas y luego usarás las técnicas adquiridas con tu verdadero amor. Federico se inspiraba en el autor español Enrique Jardiel Poncela que escribió el libro: “Pero… ¿hubo alguna vez 11 mil vírgenes?” que recomendamos entusiastamente pues el personaje central enamora a 37 mil chicas de las que dice: “las mujeres abrazan la manera de pensar del hombre que las abraza” y otra serie de frases que te dan una visión clara de la conquista, solo que se encuentra a una chica que se llama Vivola Adamant que cuenta con 38 mil éxitos y que al enamorarse pierde todas las tácticas sabias que le habían ayudado a triunfar.
Dice Federico que el más sexual de los instrumentos es el cerebro por lo tanto tienes que acariciar la mente provocando diversión y satisfacción.
Un acróstico que me sugirió Federico para pedir sutilmente una caricia es el siguiente:
Dime cuando hayas leído
Atenta y con gran cuidado
Mis versos, y si has hallado
En ellos lo que te pido
Una cosa solo ha sido
Nada malo en ello encierra
Búscalo si lo has hallado
Entonces sin recelo di
Si yo te lo doy a ti
O tú me lo das a mí
Si no consigues tu cometido por lo menos harás a la chica sonreír o sonrojarse y es un buen principio. Eventualmente, amigo lector, te compartiremos las aventuras de Federico El Conquistador.
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