La producción de cebada, café y uva está en peligro en todo el mundo. El cambio climático no sólo expone a estos cultivos a periodos de sequía más severos, también los debilita ante las plagas y modifica sus propiedades. Aunque ya hay quien tiene manos a la obra para mitigar esto, la subsistencia del mercado del vino, la cerveza y el café como lo conocemos no está ni de cerca asegurada.

Cerveza: rastrojo para evitar una escasez mundial de cerveza

En el estudio Decreases in global beer supply due to extreme drought and heat (Disminución del suministro mundial de cerveza debido a la sequía y el calor extremos), investigación en la que participó la University of East Anglia de Inglaterra, se señala que la sequía y el calor, cada vez más intensos, pueden provocar disminuciones severas en el rendimiento de la cebada, lo que nos llevaría a una escasez en el suministro mundial de cerveza.

La cebada es una gramínea y una de las características de estas plantas es que son resistentes a las sequías. Sin embargo, apunta Amador Aguillón, gerente del Hub Bajío del Centro Internacional de Mejoramiento en Maíz y Trigo (CIMMYT), “sí son sensibles a los efectos del cambio climático. No es que se vaya a dejar de producir cebada, pero con el cambio climático el rendimiento de los agricultores de cebada disminuye”.

 

Louis García, coordinador de Enlace de Productores con Mercados del CIMMYT agrega que se estima una reducción de entre 10 y 15% de los rendimientos de cebada en el mundo, si no se hace nada.

Ante el reto que enfrenta este ingrediente fundamental de la cerveza, desde 2018, el CIMMYT y la cervecera Heineken México iniciaron un programa de Agricultura de Conservación enfocado en este cereal. El proyecto es denominado Cultivando un México Mejor, y consiste en implementar prácticas agronómicas, de la mano de productores de cebada mexicanos, para intentar revertir la situación.

Una de las opciones es aprovechar el rastrojo que deja la cebada para optimizar los recursos en los próximos cultivos: “El residuo que queda de la cebada, la paja, se utiliza como una cobertura que mejora la estructura del suelo y éste se convierte en una especie de esponja que mantiene por más tiempo la humedad”, explica Amador Aguillón.

A esto se suman otras prácticas agronómicas como mínima labranza de la tierra, rotación de cultivos, optimizar la aplicación de fertilizantes, y monitoreo de enfermedades. Entre 2018 y 2022, Cultivando un México Mejor reporta un ahorro de más de 2.8 millones de m3 de agua, lo que equivale a una reducción del 20% en el consumo del líquido. Los rendimientos de cebada en sus campos se han incrementado en un 15% y han acarreado otros beneficios añadidos, como el 65% de ahorro en combustibles fósiles durante la producción. “Estamos logrando que regrese la fertilidad a los suelos”, señala gerente del Hub Bajío del CIMMYT.

La meta de Heineken, basada en esta sinergia con el CIMMYT, es que para el 2030 el 100% de la cebada que utilizan para la elaboración de sus cervezas sea producida con estas prácticas de agricultura sustentables.

 

Vino: las denominaciones de origen deberán repensarse por el cambio climático

“El cambio climático es una de las conversaciones sustanciales que se están dando hoy en el mundo del vino. No hay que olvidar que una buena botella de vino nace en el campo y el campo está siendo severamente afectado”, advierte la reconocida sommelier Sandra Fernández.

El cambio climático está alterando los perfiles organolépticos de los vinos. En un  artículo publicado por el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino, perteneciente a la Universidad de la Rioja en España, se señala que en las próximas décadas la fenología y la composición de la uva de las variedades tempranillo y garnacha, en la Denominación de Origen del vino Rioja, se verán afectadas debido a este fenómeno.

“Tanto la acidez como el contenido en antocianos —compuestos responsables del color del vino— de la uva se verán afectados negativamente en las dos variedades”, se lee en el análisis.

“Una de las primeras soluciones, y que ya se están poniendo en práctica, es incorporar otro tipo de uvas que sean más resistentes que las uvas plantadas en una región dada”, comenta Sandra Fernández, quien también ha creado su propia línea de vinos denominada Blends.

Las uvas tradicionales de una región que hoy se esté viendo afectada por el cambio climático tienen que empezar a considerar la sustitución por frutos con mayor resistencia al calor y con ciclos de crecimiento más cortos.

“Una uva con ciclos más largos está más expuesta al sol o a la humedad. El cambio climático nos trae problemas impredecibles: hoy hay más agua donde no había; más días de sol donde casi no los había”, explica la sommelier.

Los productores de uva también deben comenzar a considerar cuestiones básicas como la dirección del viñedo. “Si antes me funcionaba muy bien que la orientación de la vid recibiera la luz de este a oeste, ahora quizá es más conveniente voltear la planta para que el sol le dé por la tarde o no le dé”, agrega la experta.

Incluso las regiones con denominación de origen deberían comenzar a repensar las exigencias de sus criterios. Sandra Fernández nos comparte que regiones productoras de vino tan importantes como Rioja, Ribera del Duero y Piamonte se encuentran en una encrucijada, pues entre sus protocolos se señala que no permiten el riego por goteo, es decir, que la única agua que deben recibir los viñedos es la que cae de la lluvia. Esto antes era viable porque esa vid se había adaptado a ese medioambiente. Con los cambios climatológicos esto será cada vez más complicado.

“Bodegas de mucha importancia están decidiendo regar por goteo, aunque ya no los proteja la denominación de origen. Si eso es lo que necesito para subsistir, si eso es lo que necesiten las vides para vivir, entonces yo voy a regar”, recalca Sandra Fernandez.

 

Café: La naturaleza al rescate de la taza que aromatiza tus mañanas

“Varias investigaciones han hecho proyecciones de cómo se va a reducir la superficie de cultivo de café bajo escenarios de cambio climático y, efectivamente, si habrá un impacto importante”, adelanta la doctora Patricia Ruiz García, investigadora que actualmente realiza un estancia postdoctoral en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático donde evalúa la viabilidad de las soluciones basadas en la naturaleza para adaptación del café veracruzano al cambio climático.

Uno de los tantos estudios que advierten sobre la vulnerabilidad de los cafetales ante la emergencia climática es el realizado por investigadores de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Zúrich. El artículo publicado en enero de 2022 advierte que en las regiones ideales para sembrar café podría reducirse hasta en un 50% para 2050. En México, existe la investigación del 2015, “Estimación del impacto del cambio climático sobre fertilidad del suelo y productividad de café en Veracruz”, que concluye que se espera hasta un 34% de reducción en la productividad de café para finales del siglo XXI.

Para la doctora por la Universidad Autónoma de Chapingo una de las alternativas más efectivas para evitar un mundo casi sin café es intensificar la producción de café bajo sombra: se utilizan árboles y arbustos, que generan otros tipos de productos, para la protección de las plantas de café. “Además de sombra, estos árboles también producen biomasa (hojarasca) que se descompone y genera carbono, que es sumamente importante para mantener la calidad del suelo y para nutrir al café”, explica la doctora Patricia Ruiz García.

La investigadora señala que, desafortunadamente, hoy las empresas productoras de café prefieren promover el cultivo de café a pleno sol, pues produce mayor cantidad de granos. “A corto plazo produce más pero, a la larga, el café va a entrar en estrés y va a haber una mayor degradación del suelo. Hoy ese café es el que compras en el súper a un precio accesible, pero más adelante no va a ser así”, apunta.

El café bajo sombra ofrece además mejor calidad de grano. Ruiz García ha participado en varios estudios en regiones cafetaleras de Veracruz donde se utiliza esta práctica agrícola. “Y hemos observado que, aunque hay menos producción en comparación con el cultivo a pleno sol, la misma se mantiene a lo largo del tiempo, incluso bajo escenarios de cambio climático”, afirma.

Para la investigadora, no hay vuelta de hoja: si queremos seguir disfrutando nuestro café todas las mañanas, el cultivo de café bajo sombra tendrá que ser protagonista de la producción mundial de café en los próximos 50 años.

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