Nuevo año, esperanzas y deseos por cumplir. Sueños que vienen y van; de alguna manera, la venida del año nuevo nos produce un efecto de alegría y positivismo. Uno piensa que pasarán cosas buenas y, por qué no, también soslaya los posibles problemas del futuro.

Entramos al año 2024 con dos guerras una en Ucrania y otra en Gaza, jóvenes matan jóvenes y en muchas ocasiones, los civiles pagan un alto precio; los hospitales se llenan de heridos. Se pierden propiedades y afectamos terriblemente al mundo al descuidar la ecología con la intensidad que se hace urgente.

En el 2024 habrá dos elecciones que nos atañen vivamente: la de México, donde se enfrentan dos mujeres, cosa impensable en el pasado. Ambas inteligentes, ambas ingenieras en diferentes ámbitos.

Claudia representa un intento de ser más justos con las clases menos privilegiadas; sin embargo, las buenas intenciones se han enredado con un crecimiento dramático de las partes negras de la sociedad, como la corrupción, el narcotráfico y la violencia. Claudia es una científica inteligente que sabe y entiende de números y estadísticas (cuando no son falseadas).

Xóchitl es una ingeniera que conoce las batallas de ser empresaria, viene de la pobreza, y representa un aire fresco, pues sus labores en el gobierno han sido francamente fructíferas. Xóchitl está rodeada de los vetustos partidos con las pequeñas ambiciones de sus dirigentes, quienes buscarán más sus intereses personales y partidarios antes que los de la patria.

Difícil elección, ¿a quién le tenemos más miedo, a la violencia desatada e improvisaciones populistas, o a los antiguos corruptos y abusones? Ambas damas intentarán controlar las partes más negativas de sus grupos, pero ¿podrán?

En Estados Unidos se enfrentan Trump y Biden, ambos seniles y cansados. Urge una renovación de ideas y de procedimientos que transformen y mantengan el liderazgo noble que han ejercido los Estados Unidos ante el mundo, proyectando la democracia y el respeto a los derechos humanos y la legalidad de sus sistemas jurídicos.

Trump, impulsivo, agresivo y, de alguna manera sus seguidores insisten en que tuvo certeros logros, especialmente en el terreno económico e impositivo. Sin embargo, crea una sensación de incertidumbre, pues sus acciones y decisiones son impredecibles.

Biden, nos da certeza de lo que es, pues ha enfrentado con vigor los retos que le impone el intento de desbancar a Norteamérica como la fuerza impulsora del mundo. Y ha sabido enfrenar a Putin en su invasión a Ucrania y apoyar a Israel, pero insistiendo en la mesura.

China, Rusia e Irán muestran deseos de quitarse la férula de encima de los Estados Unidos y los encontronazos económicos y los deslindes políticos marcan el principio del año.

Argentina pasa por un trance muy duro, un cambio de gobierno de derecha que aspira a enderezar los mal logrados esfuerzos de una izquierda corrupta y ventajosa que, prácticamente, ha quebrado al país. Sin embargo, la medicina es muy amarga, una dura devaluación y un feroz control del gasto público

2024: año de esperanza, sueños, posibilidades y potenciales, o año de disrupción y crisis. Como dice la canción italiana “que será, será” y nosotros, seres humanos, nos moveremos como hojas batidas por el viento al son que nos toque este mundo incierto y siempre sorpresivo.

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