• Partidarios de Samuel irrumpieron salvajemente en el congreso de Nuevo León, por la fuerza, tumbando puertas
  • El hecho de que en Nuevo León se haya recompuesto el “tremendo desbarajuste político”, no es garantía de que se hayan solucionado los problemas de ingobernabilidad

El hecho de que en Nuevo León se haya recompuesto el “tremendo desbarajuste político”, en donde estuvieron involucrados el propio mandatario estatal, Samuel García Sepúlveda, el Congreso del Estado, los partidos de la Coalición (PAN, PRI y PRD) y el de Movimiento Ciudadano (MC) que “hizo ganador al inexperto gobernador” –hace poco más de dos años—no es garantía de que se hayan solucionado cabalmente los problemas derivados de la ingobernabilidad, inestabilidad política y desconfianza de los electores locales y nacionales.

Lo anterior, debido a que Samuel García intentaba “ser mano” en el nombramiento de su sucesor interino por un periodo de seis meses, mientras él se iba tranquilamente a hacer campaña política como precandidato (y después candidato) a la Presidencia de la República. Si no lograba este objetivo, tranquilamente regresaría a ocupar su puesto en Nuevo León. Eso supuso.

Este mecanismo no es nada sencillo, por virtud de que, como en toda entidad democrática, en Nuevo León opera un Congreso del Estado, con facultades para nombrar al gobernador sustituto, lo cual ya había procedido, mientras Samuel se “daba vida” con singular entusiasmo juvenil, vestido de color naranja “hasta los zapatos”, en su condición de precandidato a la Presidencia.

El nombramiento del interino sacó de onda a Samuel. Lo primero que hizo fue renunciar a la precandidatura de MC, y volver a ocupar la titularidad del gobierno de Nuevo León. Seguramente le ocurrió, al momento de su regreso a Monterrey, la “corazonada” de que “se había quedado como el perro de las dos tortas: sin la precandidatura a la Presidencia de la República, y sin el gobierno de Nuevo León”.

Pero entonces, a los seguidores de Samuel y de MC, se les ocurrió tomar “otra actitud: “Al puro estilo de D. Trump” –cuyos partidarios irrumpieron salvajemente en el Capitolio de Washington, sede del Congreso de Estados Unidos hace apenas unos tres años—en Monterrey, Nuevo León, ingresaron por la fuerza, tumbando puertas, en el Congreso del Estado integrantes de Movimiento Ciudadano, en busca de una definición para ocupar interinamente el puesto de gobernador del estado. Las cámaras de televisión de todos los noticieros estatales y nacionales, dieron fe de la “bufalada”.

Este “capricho” de Samuel es calificado como “la gran novatada”, además de que “no es válido, por violar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y de su propia entidad federativa”; y es “tramposo” porque quiso imponer a su suplente interino, cuando esta responsabilidad recae en el Congreso del Estado.

Ante este escenario, es justo reconocer que el Congreso de Nuevo León otorgó, primero, el permiso de Samuel García para ser precandidato y cumplir el proceso de candidato a la Presidencia de la República, por un periodo de seis meses ausentarse de la gubernatura estatal.

Por otra parte, ya en pleno conflicto, el propio Congreso, presidido por Mauro Guerra Villarreal, sesionó y dio su anuencia para que García ocupe el puesto de gobernador, luego de su renuncia a la precandidatura a la Presidencia.

Es de señalar que el Congreso del Estado tiene mayoría de la coalición de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD). Samuel García pertenece al Partido de Movimiento Ciudadano (PMC).

Los críticos de Samuel García opinan que prefirió abortar su campaña por la Presidencia, por miedo a ser investigado en su desempeño como gobernador. “Estamos ante un personaje soberbio, mitómano, deshonesto, chantajista y tirano”. Estas calificaciones y otras, como el haber roto la promesa a los electores de Nuevo León, referentes a que “gobernaría los seis años para los que fue electo” y, a la menor provocación, se ilusionó con el ofrecimiento de que “podría gobernar a los mexicanos”.

Esta expresión, también fue promesa del anterior gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, que no cumplió.

De ahora en adelante, Samuel García tendrá que ponerse a trabajar en serio, pues tiene muchos asuntos de gobierno pendientes. Uno de ellos, muy importante, es la presentación, ante el Congreso de la entidad, del presupuesto estatal para el 2024, cuyo plazo venció el pasado 15 de noviembre del presente año.

Otros asuntos que debe asumir García, es el de Seguridad de Nuevo León. En los últimos años ha aumentado riesgosamente, la delincuencia, sin que exista un plan definido para combatirla. El tema del agua potable está rezagado. No se ha terminado el Acueducto en su segunda etapa. Falta el vital elemento en gran cantidad de municipios, sin que se tenga, igualmente, un plan de trabajo que permita cancelar el problema.

También el mejoramiento del medio ambiente es preocupante. Monterrey y otros municipios tienen la peor calidad del aire no sólo de México, sino de América Latina. El 16 de diciembre está programada una gira del presidente López Obrador, y no existe programa de actividades.

Muchos otros opinan que “la soberbia de Samuel García tiene que bajar a su condición de ciudadano”, y que debe olvidar su prepotencia y deshacerse de ese espíritu de mitomanía. “Las inversiones en Nuevo León, por más de 39 millones de dólares de una empresa extranjera”, que pregona Samuel como conquista suya, “no hay certeza de que sean una realidad”.

Por otra parte, es de señalar también que Samuel García ha roto el estado de Derecho en Nuevo León y muchos opinan que “es admirador y recibe el apoyo del presidente Andrés Manuel López Obrador”, además de que, entre ellos, hay el propósito encubierto de restar votos a la candidata a la Presidencia por la coalición de los partidos PRI, PAN y PRD, Xóchitl Gálvez.

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