Veo el video de un profesor israelí de la Universidad de Columbia quejándose porque las autoridades de dicha institución permitieron una manifestación en el campus a favor del grupo terrorista de Hamás. Esta organización tiene por objetivo la aniquilación no sólo del Estado de Israel, sino además de todos los judíos del mundo. El 7 de octubre pasado realizó un ataque que le costó la vida a más de mil 400 personas, la gran mayoría civiles.

En algún momento de su argumentación, el profesor pregunta si las autoridades universitarias también hubieran autorizado un mitin, por ejemplo, del Ku Kux Klan, que consideraba racialmente inferiores a los negros y los asesinaba con frecuencia.

El docente claramente estaba a favor de limitar la libertad de expresión. Prohibir las manifestaciones a favor de grupos extremistas —antisemitas, xenófobos o racistas— con un discurso de odio.

Yo no estoy de acuerdo.

Creo que los individuos tienen todo el derecho de expresar sus puntos de vista en público por más ridículos, odiosos y chocantes que sean.

Obviamente al autor de esta columna le parece vomitivo que un grupo de estudiantes de Columbia se manifiesten a favor de los terroristas de Hamás, máxime por haber estudiado en esa institución.

Pero hay que dejarlos expresarse. Con una sola condición: que enseñen su cara. Que sepamos quiénes son. Nada de máscaras. Taparse el rostro, no sólo es una cobardía, sino que además elude su responsabilidad.

Qué fácil es manifestarse a favor de terroristas o racistas con la cara oculta. No, señores, ustedes deben hacerse responsables de sus dichos y hechos.

Yo quiero saber quiénes son los estudiantes racistas que están a favor del KKK o los antisemitas que apoyan a Hamás.

Ayer, el New York Times publicó un artículo sobre una asociación judía que puso a circular un camión en las afueras de la Universidad de Harvard con los nombres y fotografías de 30 estudiantes de esa institución que publicaron un desplegado la noche del ataque de Hamás responsabilizando a Israel de la violencia en la región. Estas personas eran presentadas como “los líderes antisemitas de Harvard”.

Uno de los estudiantes que firmó el manifiesto y apareció en la lista se quejó porque “se arruinan las vidas de las personas, se arruinan las carreras de las personas, se arruinan las comunidades de personas”.

Pues sí, ése es el costo de pensar estupideces.

No se vale tirar la piedra y esconder la mano. Si alguien está a favor de Hamás, que lo diga y argumente por qué. Pero luego no se queje porque lo exhiban por sus puntos de vista.

Los nombres de universitarios que han defendido a Hamás en los campus estadunidenses han sido expuestos en un sitio de Internet titulado Lista universitaria del terror, una guía útil para empleadores. La idea es que las empresas puedan checar si aparece el nombre de una persona que están a punto de contratar antes de hacerlo.

Otra vez, me parece una idea correcta.

Usted piensa eso, pues dígalo públicamente y hágase responsable.

¿Acaso no tiene derecho un empleador judío de saber que está contratando a un posible antisemita?

Tal y como lo tendría el dueño de un negocio africano-americano o mexicano-americano con un racista.

Como dice Maxwell Meyer, el creador de la “lista universitaria del terror”, esta gente tiene “agencia”, es decir, el control y capacidad para decidir sus pensamientos y comportamientos.

Cada quien que ejerza su “agencia” a cabalidad y se haga responsable de ella. Punto. No hay más.

Sí, las palabras tienen consecuencias.

El término doxing en inglés viene de la forma coloquial de referirse a la exposición pública de documentos. Se refiere a la recopilación de información personal de una persona para publicarla en línea y, así, generarle daño. El artículo del NYT reporta que algunos de los nombres de los manifestantes a favor de Hamás sufrieron de doxing. Les publicaron información personal en línea a ellos y familiares.

Esto sí me parece un exceso. Ya no es un asunto de libertad de expresión, sino de venganza. Más que hacerlos responsables por sus dichos, hay una clara intención de dañarlos exponiendo su vida personal.

Bienvenidas las manifestaciones de gente con ideas deleznables, pero que den la cara y se hagan responsables de sus actos. Los que pensamos diferente podremos saber quiénes son para responderles las estupideces que pregonan.

           X: @leozuckermann

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