Resulta difícil saber si fue López Obrador, Marcelo Ebrard, Martha Delgado o Samuel García quien puede colgarse la medalla de haber traído a Tesla y a Elon Musk a Santa Catarina, en las afueras de Monterrey. O quizás fue un esfuerzo conjunto, aunque no necesariamente simultáneo, de todos ellos. El hecho es que hace unos meses se anunció con bombo y platillo la inversión de 5000 millones de dólares por parte del fabricante de automóviles más grande en el mundo, y que concluiría en nueve meses, es decir, que a mediados de 2024 estaría ya produciendo vehículos eléctricos.

El ejemplo de Tesla se convirtió rápidamente en un anuncio premonitorio y concluyente de la realidad y la inminencia del nearshoring o relocalización de empresas. Decenas de artículos, ensayos y estudios del mundo entero han señalado a México como el principal beneficiario de dicha relocalización, y la instalación de Tesla en las afueras de Monterrey como el reflejo más espectacular de esta tendencia. No quiero discutir aquí ni la magnitud ni los plazos para que el llamado nearshoring se vuelva una realidad tangible para México, ni tampoco si es la panacea u oportunidad histórica que muchos proclaman. Sólo quisiera plantear un pequeño prietito en el arroz.

Resulta, de acuerdo con varias fuentes, empezando por el diario Reforma, pero incluyendo DebateVanguardiaLa Silla RotaEl FinancieroReuters, que en realidad la fábrica de Tesla en Santa Catarina no empezará a producir hasta principios o mediados de 2027. No son nueve meses, son casi cuatro años desde que se hizo el anuncio. Las razones de la demora son varias y no del todo claras. El motivo más citado en las notas de prensa, tanto general como especializada, ha sido la tardanza inevitable para realizar el estudio de impacto ambiental que Tesla debe presentarle a las autoridades federales. Se supone que un estudio de las dimensiones requeridas para una planta de ese tamaño tarda unos 36 meses en llevarse a cabo. Versiones de personas de Monterrey con conocimiento del asunto también refieren las dificultades que ha enfrentado Tesla para obtener otro tipo de permisos, tanto locales, como estatales y federales. El hecho es que por lo pronto Tesla ha demorado el lanzamiento de la planta, y los proveedores que iban a instalarse junto con Testa, sobre todo chinos, han sido notificados de la demora y se les ha sugerido que ellos también demoren la construcción de sus instalaciones.

Ilustración: Patricio Betteo
Ilustración: Patricio Betteo

Pero existe un motivo adicional, interesante. En la biografía de Musk, escrita por Walter Isaacson, el biógrafo de Einstein y de Steve Jobs, se afirma que uno de los problemas adicionales, por los cuales quizás todo el proyecto se achique, aunque no se anule, es el tipo de vehículo que se iba a producir ahí. Musk originalmente quería lanzar el Robotaxi, es decir, un vehículo sin conductor, sin pedales y sin volante. Dicho vehículo, en primer lugar, no está aún en condiciones de ser lanzado, ni en Monterrey ni en ninguna otra parte. Pero además, según Isaacson, Tesla tendría que trasladar a una enorme cantidad de ejecutivos e ingenieros de alto vuelo a Santa Catarina si quisiera efectivamente producir esa unidad en esa fábrica. Y como dice la cita del libro de Isaacson: “La ingeniería de Tesla tendría que estar ahí para que sea exitoso, y lograr que todos se muden a México nunca sucederá”.

Difícil saber si esta advertencia de Isaacson, o de una fuente citada por él y cercana a Musk, tiene que ver con México. Tesla está enfrentando también serias dificultades para instalarse en Indonesia, un país cercano al corazón de Musk y donde ha hecho grandes esfuerzos por buscar oportunidades. Es perfectamente posible que las dificultades de trasladar a grandes cantidades de ejecutivos y de tecnología a las afueras de Monterrey no tenga nada que ver con México, sino con otros obstáculos. Pero también, quizás, tenga que ver con todo tipo de condiciones imperantes en la Sultana del Norte, y en todo el país.

En todo caso, Santa Catarina, Monterrey, Nuevo León, y la República entera, tendrán que esperar para que llegue Tesla. ¿Habrá que esperar lo mismo para que en efecto se materialice el nearshoring? Probablemente no. Pero quizás sea una buena idea ser un poco más cautelosos antes de anunciar —insisto— con bombo y platillo, avances históricos que no necesariamente se darán en los plazos previstos, ni remotamente. O tal vez simplemente no tengan lugar.

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