Sigo creyendo que López Obrador escogerá al candidato presidencial de Morena. Sigo creyendo, también, que su favorita es Claudia Sheinbaum.

No es porque me lo haya vaticinado el Oráculo de Delfos. Simple y sencillamente me he dado cuenta, como casi todos, que es la morenista que López Obrador más ha protegido y apoyado. La sienta en los mejores lugares en los eventos públicos. Habla maravillas de ella. Le ha sacado no pocas veces las castañas del fuego, como en el accidente de la Línea 12 de Metro. Es la candidata que ha tenido más dinero (quién sabe de dónde) para una extensa campaña en todos los estados.

Hay una fotografía del 29 de septiembre de 2021 donde el Presidente le está levantando la mano señalándola con su dedo como expresando: “ella es la buena”. No van a encontrar una foto similar ni con Ebrard ni con López Hernández, mucho menos con Monreal. Y sabemos que López Obrador es un político que le da mucho valor a los símbolos.

Ni qué decir de toda la disquisición del Presidente acerca de cómo Lázaro Cárdenas se equivocó al elegir a Ávila Camacho y no a Múgica como su sucesor. La Múgica actual es Claudia, la más cercana ideológicamente a AMLO, quien ya prometió que él no errará.

Hay, también, una cargada de morenistas, incluyendo los gobernadores de este partido, a favor de la jefa de Gobierno capitalino. Los otros posibles candidatos se han quejado de la bufalada. Pues claro que existe, porque ella es la favorita de Palacio Nacional.

Es por eso que sigo pensando que el 6 de septiembre, cuando Mario Delgado abra el sobre y diga “la candidatura se la lleva”, anunciará a Sheinbaum.

Todo este dizque proceso de elección por una “encuesta madre”, levantada por la unidad demoscópica del partido, y cuatro más “espejo” de encuestadoras privadas seleccionadas por sorteo, a partir de propuestas de los propios aspirantes (dos cada uno), es pura faramalla para legitimar el proceso interno de Morena. Se trata de disfrazar el dedazo de AMLO y decir que ellos, a diferencia de los priistas del pasado, son democráticos.

Los cuatro posibles aspirantes tendrán que renunciar a sus cargos públicos antes del 16 de junio en que comenzarán las campañas (prohibidas por la ley, pero ya sabemos que eso les importa un pepino a los morenistas). Entre esta fecha y el 27 de agosto, los aspirantes harán campaña simulando que no la están haciendo.

La gran pregunta es si, en esos 72 días, se caerá Claudia, ya sin ser la jefa del gobierno capitalino.

Es a lo que le están apostando Ebrard y López Hernández (a Monreal, por su patetismo, ni siquiera hay que mencionarlo). Que Claudia demuestre ser una pésima candidata o cometa errores garrafales. Que el Presidente se dé cuenta que su plan A no funciona y tenga que recurrir a una alternativa.

Marcelo y Adán Augusto van a tratar de provocar esta situación. Lo que está en juego es mucho: el poder al más alto nivel.

Lo cual nos lleva a una siguiente pregunta. A lo largo de toda su carrera política, López Obrador ha protegido a Sheinbaum. La ha llevado hasta donde está actualmente posicionada: la favorita presidencial. Claudia es su creación, como Colosio lo fue del presidente Salinas. En estos 72 días, AMLO seguirá protegiendo a su delfina o la dejará sola para ver si tiene la madera para ser candidata presidencial?

Es un gran desafío para el Presidente, quien debe evitar que se le descarrile la sucesión. Que no pase algo como en 1994. Una vez que Salinas destapó a Colosio, no supo cómo manejar a uno de los perdedores, Manuel Camacho, a quien el Presidente entregó un cargo que lo dejaba en posibilidades de convertirse en candidato sustituto de Luis Donaldo. Los demonios se soltaron. El rumor comenzó a circular: Salinas revelaría a Colosio porque su campaña no prendía. El Presidente tuvo que salir a aclarar que no se hicieran bolas, que solo había un candidato y era Luis Donaldo. Pero el daño estaba hecho: la sucesión ya se le había complicado a Salinas.

Insisto: creo que Claudia tiene asegurada la candidatura presidencial, pero en estos 72 días podría descarrilarse este proyecto. Todo depende de cuánto intervenga AMLO para protegerla y evitar que los otros lobos se la coman viva. O que la científica demuestre que tiene los tamaños para enfrentarse por sí misma a un político de la talla y experiencia de Marcelo.

Son los tiempos de Claudia. Tiene todo para ganar. Es la favorita. Pero en esta faramalla de las encuestas para dizque elegir al candidato presidencial, se puede caer obligando al presidente López Obrador a apuntar su dedo hacia una segunda opción.

Twitter: @leozuckermann

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