La noche en que se dio a conocer que “El vendedor de silencio” obtuvo el Premio a la Excelencia de las Letras José Emilio Pacheco 2020, tuvo lugar la presentación de la novela de Enrique Serna en el Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura, en el marco del Encuentro Literario Norte 32°.
Precedido por elogiosos comentarios de la crítica, el lanzamiento del libro más reciente del escritor mexicano despertó el interés del público que llenó la sala Federico Campbell del CECUT, donde el autor, acompañado por los actores Fernando López Mateos y Yoall Morales, ofrecieron la lectura dramatizada de un fragmento de la novela que versa sobre la vida del periodista Carlos Denegri, “un hombre intoxicado de poder que utilizó su profesión para enriquecerse”, dijo el autor, mientras que correspondió a la periodista Dora Elena Cortés comentar el libro.
Carlos Denegri se convirtió en “el mejor y el más vil de los reporteros”, según lo definió Julio Scherer García, con quien compartió la redacción del periódico Excélsior, donde el primero hizo fama y fortuna, ganando más con lo que callaba que con lo que escribía en un tiempo en que el poder en México se ejercía en forma absoluta, pues a final de cuentas, Denegri no fue sino un instrumento del poder para desacreditar a los desafectos del régimen, señaló Cortés.
Enrique Serna, autor de las novelas “Señorita México”, “Uno soñaba que era rey”, “El miedo a los animales”, “El seductor de la patria” (Premio Mazatlán de Literatura), “Ángeles del abismo” (Premio de Narrativa Colima), “Fruta verde”, “La sangre erguida” (Premio Antonin Artaud) y “La doble vida de Jesús”, negó que hubiera escrito “‘El vendedor de silencio’ con el ánimo de enlodar la reputación de Carlos Denegri más de lo que ya estaba”.
“La escribí para resucitar al personaje y a su circunstancia”, aclaró el escritor al señalar que la personalidad de Carlos Denegri le atrajo desde que leyó algunas anécdotas de su vida contadas por sus contemporáneos, “allí me di cuenta que había una leyenda que estaba pidiendo a gritos un novelista y mi tarea como narrador fue la de reunir los fragmentos dispersos de esa leyenda que andaban de boca en boca en el mundillo periodístico y unirlas con la columna vertebral de una trama verosímil”.
Tras explicar que “la tarea de un novelista no es la de condenar ni absolver a sus personajes, sino volverlos a la vida, lo que implica humanizarlos”, Serna precisó que lo que le atrajo de Denegri fue que “a pesar de ser un hombre intoxicado de poder, tanto en el ejercicio de su profesión como en su vida íntima, porque él humillaba atrozmente a sus mujeres en público, tenía un talón de Aquiles, una debilidad de carácter que lo arrastraba al despeñadero con más fuerza que la ambición y que finalmente esa debilidad fue la que provocó su ruina”.
Con tal información en las manos, precisó el autor de “El vendedor de silencio”, “pensé que sería interesante escribir una novela desde la conciencia del protagonista, que es una conciencia en descomposición, sobre todo durante el tiempo presente de mi novela que son los dos últimos años de su vida en los que coincide su derrumbe anímico con su derrumbe profesional”.
El escritor puntualizó que para escribir este relato tuvo que “reconstruir la época en la que vivió Denegri y narrar como telón de fondo el proceso degenerativo de un régimen que llegó al poder a balazos, que creó una aplanadora electoral invencible, un partido monolítico hecho a imagen y semejanza del corporativismo de Mussolini, y que a pesar de un breve paréntesis de liderazgo ético que hubo en tiempos de Lázaro Cárdenas, nunca pudo renunciar a su ADN autoritario y necesitaba una prensa aduladora y servil que le rindiera vasallaje al presidente en turno, porque todas las dictaduras necesitan dar una impresión de unanimidad y una mentira impune que los apuntale en el poder”.
Serna confesó que mientras escribía esta novela le asombró “la correspondencia muy clara que hay entre la misoginia patológica de Carlos Denegri y el carácter autoritario del régimen al que sirvió, porque el patrón de conducta que tenía Denegri en su trato con las mujeres es el mismo que tenía, por ejemplo, Maximino Ávila Camacho o el magnate Jorge Pasquel, que fue el rey del contrabando en tiempos de Miguel Alemán, y que eran hombres que cuando les gustaba una mujer enviaban a sus escoltas armados a invitarla a cenar y si se negaba entonces la secuestraban, como los narcos de hoy que ven a una muchacha guapa en una discoteca y desaparecen a su acompañante para poderla secuestrar”.
Denegri era un tipo cortado con la misma tijera, sentenció el escritor, con la diferencia de que el periodista “era un personaje atormentado, no era un hombre que ejerciera el poder con firmeza absoluta y que hubiera llegado a un aplanamiento emocional; Denegri probablemente tenía alma de poeta, quiso serlo en su adolescencia y publicó una plaquete muy mala, pero como no tuvo suficiente vocación para seguir en esa carrera y como no pudo alcanzar los vuelos más altos de la palabra, entonces el resto de su vida se dedicó a enlodar el lenguaje, a privarlo de significado y volcarlo en una retórica hueca que empleaba en sus escritos periodísticos”.
Finalmente, Enrique Serna reveló que quiso compartir con los lectores su perplejidad de que “un periodista tan descaradamente mercenario haya sido una celebridad en su época; porque a Denegri le dieron varios doctorados Honoris Causa en universidades del país, la de Baja California entre ellas; recibió condecoraciones de parte de gobiernos extranjeros y la gente lo veía como un gran triunfador; él tenía esa aureola de ser un hombre célebre a pesar de que se conocían muchas de sus atrocidades porque las había cometido en público; y eso es indicativo de cómo la corrupción puede llegar a tener una gran aceptación social”.

La presentación de la laureada novela de Enrique Serna marcó uno de los momentos culminantes del Encuentro Literario Norte 32°, celebrado en el CECUT.

Yoall Morales, Fernando López Mateos acompañan a Enrique Serna

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