La manera más cercana de describir la belleza de Escocia es referirse a ella coma salida de un cuento de hadas, es una tierra idílica que no necesita de playas ni de sol para ser hermosa. Con cada paso que se da por su capital, Edimburgo, parece que en cualquier momento seremos recibidos por algún personaje escapado de una novela.

Princes Street es la principal calle de Edimburgo y ofrece las mejores vistas de la ciudad medieval, del Castillo de Edimburgo y es aquí, en el número 1, donde se ubica The Balmoral. El hotel es la frontera entre la ciudad antigua y la nueva, como un portal entre dos mundos y que ofrece lo mejor de ambos, además, su imponente torre del reloj es una pieza más con la que se forma el paisaje precioso que impacta a los viajeros.

Con más de un siglo de existencia, pues fue abierto en 1902, The Balmoral se ha convertido en el punto de partida para conocer todos los atractivos de Edimburgo, como eventos culturales de su música y baile, paseos por yate, visitas a destilerías o una guía a través de sus historias fantasmales. Al cruzar el portal del hotel, se es recibido por un elegante mayordomo y se deja atrás la realidad ordinaria para dar paso a una nueva vida extraordinaria.

En sus 168 habitaciones y 20 suites, diseñadas por Olga Polizzi, hay un encuentro entre el romanticismo del pasado y un delicado estilo contemporáneo.  Desde la gran mayoría de las ventanas, se tienen vistas hermosas al castillo de Edimburgo, al monumento de Sir Walter Scott y por supuesto, a la bonita calle. Como muestra del orgullo de su historia, todas las habitaciones llevan el nombre de castillos y ríos escoceses, a excepción de la suite que lleva el nombre de J.K. Rowling, en la que la escritora terminó de escribir su famoso libro. Las comodidades de las suites incluyen contar con un mayordomo que desempaque las maletas, un menú de almohadas, edredones y sábanas, y claro, un mini bar.

El restaurante Number One ha sido galardonado durante quince años consecutivos con una estrella Michelin, demostrando que realmente es el número uno en cuanto a cocina escocesa se trata. Especializado sólo en cenas, el restaurante fue totalmente remodelado, poniendo al arte como su centro, tanto en sus platillos como en su decoración. Rodeados de su ambiente contemporáneo, se disfrutan platillos frescos y deliciosos, preciosamente presentados, como el arroz con trufa y cebada acompañado con huevo de pato y espuma de hongos, Foie gras de ganso con Naranja, chutney de endibias y brioche tostado, y de postre, soufflé de vainilla con ruibarbo escalfado y helado de almendras.

Edimburgo es un tesoro pulido bajo la lluvia y la brizna constante, que la dota con un ambiente semi nublado y un intenso verdor, notable hasta en los tejados húmedos de sus casitas pintorescas. Su impresionante arquitectura y su ancestral cultura, la ciudad ha sido considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

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