Mientras más conozco Francia más me enamoro de su múltiples encantos. Cada provincia tiene un aire seductor que arrebata el aliento, y deja en el alma una sensación de plenitud y arrobamiento.

Así es Auberge du Jeu de Paume, un hotel encantador con vista a los jardines del palacio de Chantilly.

Hospedarse en el Auberge du Jeu de Paume es trasportarse a un tiempo de reyes, es entrar en un espacio en el que el tiempo. Podría compararse con un mundo utópico en el que sólo existen la belleza, el arte empapando los sentidos y los lujos susurrando al oído. Este remanso se encuentra a solo 40 kilómetros de París, por lo que es parada obligada para todos los visitantes de la capital, agregándole además el romanticismo de llegar por tren.

Siguiendo la buena vida de los reyes, el restaurante La Table du Connetable se especializa en cocina francesa, y ha sido galardonada con estrellas Michelín. Para fundirse más con en el ambiente, la biblioteca y el fuego en el Winter Garden Bar crean una atmósfera íntima para sumergirse en pensamientos o compartirlos con los demás visitantes. Continuando con los mimos, pasamos un rato al sauna y al baño turco, y la suave iluminación del spa y sus mosaicos de colores son el marco ideal para disfrutar de un masaje relajante.

chantilly-1La edificación del Palacio de Chantilly, es el la viva imagen del estilo romántico francés, data del siglo XVIII y se extiende en un vasto terreno de 850 metros, sobre los bellos parajes que inspiraran a Monsieur Vatel a crear la deliciosa crema Chantilly. Las bellas líneas de su diseño fueron creadas por Le Nôtre y Mansart, y su construcción es tan amplia y elegante que es albergue de imponentes obras de arte, como las pinturas monumentales del Museo Condé.

Siendo una característica única en el mundo, posee al verdadero monumento de pasión al amor a los caballos. La construcción del diseño de los Grandes Establos demoró más de veinte años, y tiene capacidad para albergar a 240 caballos y a 500 perros de caza, deporte favorito de la realeza de la época. Actualmente, la imponente construcción es el Living Horse Museum, un homenaje a los bellos seres que inspiraron su edificación.

En este paraje de ensueño y su clima ideal, las actividades al aire libre son imperdibles. Pasar el día jugando golf bajo el sol de Chantilly es memorable, pero practicar deportes ecuestres en la capital francesa de equitación es obligatorio.

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