Siempre tenemos algo importante que hacer y una fecha límite para hacerlo, ya sea algo de trabajo, de la escuela o personal. La prisa es nuestra compañera constante, al igual que la tardanza. El tiempo se ha vuelto algo que tenemos que vencer, el reloj un enemigo constante. Entre el trafico de la ciudad y la impaciencia de los ciudadanos, parece que nunca tendremos un momento para nosotros mismos. Entre tanto corretear y ser correteados hemos olvidado vivir. Hemos olvidado esos instantes que son completamente nuestros, donde el mundo al fin baja su velocidad y nos permite estar presentes en donde y en cuando estamos.

De estos momentos esta compuesta la vida.

Así que hay de añadirle a la larga lista de cosas que hacer: un muy merecido descanso. Unos días, un fin de semana, que dediquemos en su totalidad a nuestra persona. Hay que hacer una pequeña pausa y mimarnos, dejando los nervios y la angustia atrás, para recuperar el aliento.

Todos bien sabemos que no hay lugar mas relajante que la playa. El murmullo de las olas, el canto de las gaviotas y la cálida caricia del sol funcionan como magia que contrarresta cualquier preocupación o molestia. Con los pies en la arena y la mente en las nubes, uno se re-encuentra.

Cada quien tiene su destino favorito y aquí les compartiré el mío. A solo media hora de vuelo del D.F. se encuentra la ciudad de Acapulco en el estado de Guerrero. Cuando alguien dice “Acapulco” nos llega a la mente una serie de imágenes. Vemos la violencia de la cual tanto nos hablan en las noticias, vemos buenos antros donde los jóvenes pasan mañana, tarde y noche, o vemos una activa y entretenida playa, llena de actividades como el jet ski o paracaídas.

Yo no veo nada de eso. Para mi Acapulco significa Banyan Tree. Las imágenes que llegan a mi mente son de la increíble vista de mi villa hacia los riscos, del gran árbol alumbrado en el restaurante La Nao y del turbulento mar desde la alberca de Las Rocas. Recordar este paraíso es pensar en la exquisita comida de su restaurante Saffron, en particular su delicioso wok de res con arroz de azafrán, en la perfecta atención de su personal y en la calidad y hermosura de sus exclusivas villas.

Acapulco se ha llegado a percibir como un destino que ofrece mucho menos de lo que en verdad tiene. Sus excelentes hoteles, restaurantes gourmet y perfecto clima han logrado esconderse tras la sombra de la mala publicidad.

El fin pasado me tome un descanso merecido en esta espectacular ciudad. Disfrutando del Acapulco que yo conozco, visto desde los cómodos sofás de mi villa, me pregunto que es lo que se necesita para cambiar la mente de la gente. ¿Cómo hacer para que vean las millones de virtudes del destino? ¿Cómo mostrarles lo que esta después de los antros y el acelere de la costera?

La solución no parece ser nada sencilla, se tendría que cambiar una imagen de la ciudad que ha durado años; que se ha fortalecido con los años. O quizá la solución no es canjear la imagen por otra, si no añadirle a ella los encantos y la paz que ofrece el destino. Necesitamos dar a conocer que esos momentos de relajación y descanso que tanto necesitamos se pueden encontrar aquí, que no se tiene que ir más lejos para darnos ese lujo de un fin de semana de re-encuentro con uno mismo.

El caluroso clima y el constante romper de las olas en los riscos debajo de mi villa crean un ambiente perfecto para la reflexión. Este es un lugar de pausa, donde parecería que el mundo se detiene, dejando las preocupaciones de la vida real suspendidas, esperando a que nosotros decidamos cuando pueden volver a nuestras mentes. Y esta pausa, este momento, es totalmente nuestro.

Banyan Tree, el paraíso dentro de un paraíso, me ha abierto los ojos a un Acapulco repleto de estos momentos. Un Acapulco único y sumamente bello.

Quizá eso es todo lo que necesitamos, un abrir de ojos, para no dejar que se nos pierda de vista la hermosura que nos rodea.

No hay comentarios

Agregar comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, Tijuanotas se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de Tijuanotas, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.