Muchas prácticas filosóficas antiguas principalmente de corte oriental, se han hecho la pregunta de cómo vivir conscientemente y aunque para algunos es simplemente un tema de estar presente y enfocado en las cosas que quieres hacer, la cuestión principal es que esto no es tan simple como parece. Porque la mayoría de las personas no sabe muy bien qué es lo que quieren manifestar en su vida personal, familiar o laboral y por ello, no se hacen responsables de su proceso natural e individual de existencia, dejando que otros incluso decidan por ellos mismos.

De esta manera debemos convertirnos en observadores de nuestra propia experiencia humana, de nuestros pensamientos y acciones para darnos cuenta que nos detona o empuja hacia la adopción o no de determinadas actitudes. En consecuencia podremos responder a las preguntas más importantes que nos plantea la vida y convertirnos en hacedores y dueños de nuestra propia realidad.

Lo anterior evitando que otros nos manipulen a su antojo, realizándonos como personas autónomas e independientes los unos de los otros, pero como cocreadores de nuestro propio destino y en armonía con la energía que constituye el Cosmos, la cual fluye en todo el Universo y experimentamos con solo el hecho de poder respirar cada mañana.

Entonces si logras fijar tu atención en las cosas más pequeñas esas que son casi imperceptibles, como por ejemplo estar en silencio y las sensaciones que experimentas cuando calmas el ruido que proviene de afuera, es muy probable que te sorprendas. Debido a la paz que lograrás alcanzar sin mover siquiera un solo dedo. En este sentido no quiero decir que tienes que vivir en un limbo, sino más bien que aprendas que ese ruido externo e interno puede ser modulado a tu antojo, debido a que tú eres el único responsable de su incremento y desarrollo.

La cuestión fundamental es que te empoderes y eso significa que reconozcas en ti el mismo poder que proviene de la naturaleza y que también compartes con esta, siendo la propia autodeterminación y el libre albedrío el experimentar todo lo que quieras, pero a la vez la capacidad de raciocinio que te es inherente como ser humano de saber que no todo lo que puedes elegir sería bueno para ti.

Es importante destacar que siguiendo esta consigna y cosmovisión de vida te reconocerás como tu propio dueño, aunque también como una partícula ínfima del Creador de todo cuanto hay, cielo, tierra, agua, estrellas, galaxias y demás.

Por lo tanto, lo único que debes hacer es observarte con sumo cuidado y con mucha paciencia, ya que el proceso radica en conocerte primero a ti mismo y así comprenderás el Universo del que provienes. Si eres creyente le llamarás Di-s y si no lo eres entonces la energía que hace fluir a toda manifestación en el ciclo continuo de la vida y término de la misma creación.

En razón de lo expuesto podrás vivir conscientemente dejando que otros también lo experimenten, siendo tú una muestra concreta de lo que es la autodeterminación, donde el pasado es un cúmulo de experiencias que te enseñaron algo y el presente la materia prima con que cuentas para fluir más allá de todo lo precedente.

Porque el futuro es una proyección de lo que quieres manifestar hoy al hacerte responsable de vivir juiciosamente, asumiendo que solo tú eres el dueño y creador de tu destino y que las demás personas de igual manera poseen un libre albedrío. Así, debes aprender a respetar sus decisiones para juntos caminar el sendero de la vida pero por sendas diferentes en un viaje que nadie puede recorrer por otro.

De esta forma enfócate en ser tu propia luz, sin robársela a los demás y a la vez en ser la fuerza que te empuja hacia adelante, sin perder el Norte ni depender de nadie, debido a que de día puedes ser el destello del sol brillante y al caer la noche, transformarte en el resplandor de una luna fulgurante…

La autora es: Licenciada en filosofía

Universidad de Costa Rica

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