Asana Carime Lem tiene los ojos llorosos y la tristeza a flor de pie.

Sentada junto a su maleta y a unos pasos de la entrada de la garita de San Ysidro, en la frontera entre México y California, aguarda sollozante que un guardia le llame para exponer su caso y entrar a Estados Unidos para solicitar asilo político.

“Escapé a Nigeria. Fui a la Embajada de México y pedí una visa con la intención de llegar a Tijuana y solicitar asilo en los Estados Unidos. Tomé un avión que me llevó a la Ciudad de México y luego me trajo aquí”, platica con una voz que apenas se oye.

“En Camerún no aceptan a personas como yo. Te atacan. Yo no me siento segura”, confiesa.
Camerún tiene una ley que contempla hasta cinco años de prisión a quienes tengan relaciones con personas del mismo sexo y aunque cada vez se aplica en números menores, los gays y lesbianas continúan siendo perseguidos y condenados, según reportes de la Fundación Camerunesa contra el Sida.

Lem de 21 años pasó su primera noche en un hotel de mala muerte en Tijuana. Temprano llegó a instalarse en la aceras de la garita fronteriza de San Isidro junto a cientos de inmigrantes de África,Haití y de los estados mexicanos de Guerrero y Michoacán que esperan ansiosos una oportunidad de asilo.

Carime Lem tiene un hermano en Texas con quien le gustaría reunirse en Estados Unidos.
“Él me está esperando. Ojalá que me acepten”, dice con mirada triste.

Bunda Ikarajaguy y Karama Joseph son del Congo en África pero acaban de llegar a Tijuana hace unas horas. De pie, a las puertas de la garita de San Ysidro desconfían de todo mundo y no quieren hablar.

Ikarajaguy habla español porque en su camino hacia Estados Unidos vivió y trabajó unos meses en Perú. Joseph no habla español ni inglés, sólo congo, un idioma que casi nadie habla en Tijuana.

Ambos se comen apresuradamente los burritos de frijol que les donan personas de organizaciones religiosas.

Al africano Karama Joseph parece salirle brillo en los ojos mientras come. “Llevamos días sin probar alimento”, alcanza a decir Bunda Ikaragaguy.

La mayoría son haitianos:
Rodulfo Figueroa Pacheco, delegado federal del Instituto de Migración en México dice que la congestión de inmigrantes que buscan refugio en Estados Unidos se hizo visible a partir del 26 de mayo.

“Ellos dicen que son africanos pero la mayoría, cerca del 90% son haitianos”, expone.

“La congestión fue provocada porque como las entrevistas son en francés que es el idioma que ellos hablan, se tomaba hasta ocho horas por parte de las autoridades de Estados Unidos”, indica.

El padre Patrick Murphy, director de la Casa del Inmigrante dice que nunca le había tocado ver un éxodo tan grande de inmigrantes que buscan asilo en Estados Unidos a través de Tijuana, y menos que se establecieran por cientos en las banquetas a la entrada de la Garita de San Ysidro.

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“Estamos ante una crisis humanitaria nunca antes vista al grado que algunos albergues ya no tienen capacidad para recibir más”, expone.

La mayoría son de Haití y desplazados por la violencia del sur de México pero un 10% son africanos de Camerún y Ghana principalmente a quienes les representa un menor peligro tratar de entrar a Estados Unidos que ir a Europa.

“El viaje es más largo eso sí. Gran parte de los haitianos y africanos vienen desde América del Sur. Algunos haitianos han tenido visa para trabajar en Brasil pero al no haber más empleo, han decidido emigrar hacia Estados Unidos por Tijuana”, explica el sacerdote.

Murphy dice que las autoridades de migración de Estados Unidos les han informado que pueden recibir entre 60 y 80 solicitantes de asilo por día.

“Cuando llegan al albergue, los dejamos descansar un par de días. Luego los llevamos a la línea. Nuestra ambición es llevar 100 por día para que podamos tener cupo para recibir otros 100 nuevos”, indica.

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