Me gustaría, y mucho, que el candidato presidencial de los demócratas sea un hombre de 38 años de nombre Peter y apellido impronunciable: Buttigieg.

Me encantaría porque sería una disputa fantástica entre esos dos mundos irreconciliables que coexisten en Estados Unidos: el populista-conservador, representado por el presidente Trump, y el racional-liberal, de Pete Buttigieg.

He aquí un joven de 38 años, abiertamente homosexual, casado con otro hombre y que está a favor de un cambio generacional en la política estadunidense.

Su biografía es impresionante. Nació en South Bend, un pequeño pueblo de cien mil habitantes, en el republicano estado de Indiana. Su padre fue un académico en la prestigiosa universidad católica de Notre Dame. Estudió su carrera universitaria nada menos que en Harvard, donde se graduó como magna cum laude. Recibió la notoria beca Rhodes, con la cual estudió en la Universidad de Oxford, en Inglaterra.

Después de obtener su segunda licenciatura, trabajó para la empresa líder de consultoría, McKinsey & Company. Luego decidió unirse a la marina, donde se desempeñó como oficial de inteligencia naval. Como tal, estuvo presente en la guerra en Afganistán, donde consiguió un par de medallas por su servicio.

Para terminar con este currículum impecable, Buttigieg se lanzó como candidato demócrata a alcalde de su pequeña ciudad, South Bend, y ganó. En 2014, The Washington Post lo caracterizó como “el más interesante alcalde que usted jamás escuchará por su juventud, educación y antecedentes militares”.

Siendo alcalde, en 2015, publicó un artículo en el South Bend Tribune donde se declaró abiertamente gay. En 2018 se casó, en una ceremonia privada, con un maestro de preparatoria.

Al momento de escribir estas líneas, Buttigieg va liderando en la primera aduana de las elecciones primarias del Partido Demócrata, las famosas asambleas de Iowa. Nadie esperaba esto. El favorito para ganar era Bernie Sanders, quien en este momento va en segundo lugar. El vicepresidente Joe Biden aparece en un lejano cuarto lugar.

La sorpresa es, entonces, el surgimiento de Buttigieg. Si efectivamente gana en Iowa, o incluso si queda en segundo lugar, tendrá un momentum favorable que podría catapultarlo para convertirse en el candidato demócrata a la Presidencia.

¿Se imagina usted lo que sería un duelo entre Trump y Buttigieg? El populista de derecha, empresario de 73 años de edad, que no se cansa de insultar a sus adversarios y de repetir mil y una barbaridades frente a un joven liberal, buenísimo para debatir con argumentos sólidos, con una formación académica impecable y exmiembro de la marina de su país.

El representante del Estados Unidos rojo, conservador, de blancos avejentándose, frente al representante del Estados Unidos azul, liberal, de jóvenes de una gran diversidad social. Sería una disputa interesantísima. Un foie gras periodístico no sólo para Estados Unidos, sino para el mundo entero.

Todavía es muy temprano para pronosticar quién será el nominado por los demócratas. Esto apenas comienza y falta mucho. En las apuestas, el favorito sigue siendo Bernie Sanders, seguido por el exalcalde de Nueva York, Michael BloombergButtigieg aparece en cuarto, prácticamente empatado con Biden. Después de Iowa, su posible candidatura se hará viable, como le sucedió en 2008 a Obama.

Buttigieg le tendrá que ganar a un engrandecido Sanders, a quien el joven exalcalde admira. En 2000, siendo preparatoriano, escribió un ensayo por el que ganó un premio de la Biblioteca Presidencia de John F. Kennedy. El tema de dicho artículo: la integridad y el coraje político del entonces diputado federal independiente, Bernie Sanders, de Vermont.

 

UNA ÚLTIMA NOTA

De convertirse en candidato presidencial demócrata y de ganarle a Trump la Presidencia, Buttigieg se convertiría en el primer presidente abiertamente homosexual de la historia de Estados Unidos. A la Oficina Oval llegaría, primero, un gay que una mujer.

 

                Twitter: @leozuckermann

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