Desolación, impotencia, frustración, derrota, tristeza, coraje. Estos son algunos de los sentimientos que produjo el fracaso de la Selección Mexicana en Qatar. Bien se había dicho: era la crónica de una derrota anunciada.

¿Pero por qué nos duele tanto perder? ¿O lo contrario, por qué nos emociona tanto ganar?

1.       Porque tenemos una naturaleza lúdica. Sí, tenemos una tendencia al juego. Recordemos que cuando éramos niños lo más importante para nosotros era jugar.

El juego en sí es parte de nuestra naturaleza. Nunca perdemos esa inclinación.  Cuando crecemos vamos adoptando responsabilidades y actividades que tapan la tendencia al juego. Y canalizamos esa tendencia al juego con deporte, con un juego de mesa, y ahora con los videojuegos (por algo son tan adictivos).

2.       Otra de las tendencias de nuestra naturaleza humana es la plenitud. Para ello necesitamos ganar, tener más, ser más. Por eso tenemos necesidad de infinito. Si tenemos algo queremos más, si somos populares queremos ser famosos, si somos pobres queremos ser ricos.

3.       Otra tendencia es la conservación de la vida. Ante el enemigo que nos amenaza queremos vencerlo para salvar nuestra vida.

4.       La tendencia al bien o a lo que consideramos bien, es otro factor importante. Ganar es un bien, vencer al enemigo es un bien, recibir un premio por ganar es otro bien.

5.       También, nuestro instinto gregario nos mueve a unirnos a otros para sobrevivir.  Por ello los juegos en equipos nos resultan más atrayentes.

El fútbol, en sí, reúne esos factores señalados. Por eso es el deporte que más afición tiene: es lúdico, un juego. Nos permite ganar, nos defiende en grupo del enemigo, nos da la sensación de conquista, ergo, por ello nos duele tanto perder y nos llena de alegría ganar.

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