Siguen las adhesiones de los políticos morenistas con el Presidente. El fin de semana le tocó a los gobernadores surgidos de ese partido. Ayer, a los senadores. Hay preocupación en Morena por la afectación en la imagen presidencial producto del escándalo de la casa de Houston que habitó José Ramón López Beltrán.

Yo no veo nada malo en que el partido salga a arropar al Presidente. Esto, sin embargo, demuestra que sienten debilitado a López Obrador. Lo que es preocupante es el tono y lenguaje de los senadores en su comunicado de ayer.

Para los legisladores, “el Presidente Andrés Manuel López Obrador encarna a la nación, a la Patria y al pueblo”. De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, el verbo “encarnar” significa “personificar, representar alguna idea, doctrina”. A todas luces es un exceso decir que AMLO representa a la nación, la Patria y el pueblo. No. El Presidente es el jefe de gobierno y del Estado mexicano. Ni más ni menos. Preside uno de los tres poderes de la Federación y simboliza la organización política de la sociedad. Los senadores morenistas ensalzan la figura presidencial a un nivel casi religioso. Cuidado, porque así comienzan los excesos en los regímenes autoritarios que elevan a los gobernantes como figuras casi divinas. Nada tiene esto de liberal, juarista y republicano y sí mucho de conservador, santannista y monárquico.

  • Dejemos pasar, sin embargo, esta hipérbole cursi para concentrarnos en lo más preocupante del comunicado de los senadores de Morena: cómo califican a los opositores al gobierno de López Obrador.

Primera cita: “Los enemigos no son sólo opositores a los principios democráticos y populares que encabeza el Ejecutivo, sino opositores a México y a todos los ciudadanos que buscan la justicia y la igualdad social”.

¿Enemigos? Los senadores validan la teoría de Carl Schmitt quien conceptualizó a la política como la lucha entre amigos y enemigos. Según el jurista alemán, simpatizante del partido nazi, la política es consustancial a identificar al enemigo con el fin de destruirlo. Esta teoría incita al fanatismo. En el mundo existen justos y pecadores y, naturalmente, a los segundos hay que eliminarlos. La política de “amigo-enemigo” es incompatible con un régimen democrático liberal donde se acepta que el otro piense diferente y no por eso se convierte en “enemigo” a destruir.

¿Opositores a México? De ninguna manera. Sí, son opositores, pero al gobierno de López Obrador. Los que no comparten las ideas de la llamada Cuarta Transformación son igual de mexicanos que los simpatizantes de esta ideología política. No quieren que le vaya mal al país. Simplemente tienen ideas distintas de cómo lograrlo. Cuidado con utilizar un patriotismo chafa para denostar a la oposición.

Segunda cita: “Los que se oponen al Presidente de México, no son más que un puñado de mercenarios que, al ver privilegios mancillados, luchan con todo su poder económico para que prevalezca el viejo régimen en el que podrían hacer sus negocios sucios en la oscuridad. Son unos traidores a la Nación, a la Patria y al pueblo”.

¿Mercenarios? Una vez más, los senadores recurren al argumento chovinista para denostar a sus opositores: un mercenario es un soldado que se vende para apoyar a un extranjero en una guerra. La intención es clara. Identificar a los mexicanos que no comulgan con la 4T como la tropa que le está haciendo el trabajo sucio a españoles, estadunidenses y demás extranjeros que están viendo afectados sus intereses por las reformas de AMLO. Del lado opositor siempre pueden responder que los “mercenarios” son los de Morena, que quieren hacer “negocios sucios en la oscuridad” con cubanos, venezolanos o nicaragüenses. Y así nos vamos en esta lógica de “amigo-enemigo” donde los que piensan diferente son mercenarios de intereses extranjeros. ¿Y qué se hace con los soldados pagados? Matarlos. ¿Eso queremos? ¿La política como una guerra?

  • Pero lo más duro y tonto del comunicado es el epíteto de “traidores a la Nación, a la Patria y al pueblo”. He aquí a la oposición como aquellos que quebrantan la fidelidad y lealtad a estas tres entidades. Hay que recordar que, hasta 2005, la traición a la patria era un delito que ameritaba la pena de muerte en nuestra Constitución. Hoy está penado con prisión de cinco a cuarenta años. ¿En qué están pensando los senadores morenistas? ¿Procesar judicialmente a los que no piensan como ellos por considerarlos traidores a la patria? ¿A eso hemos llegado?

Cuidado, mucho cuidado, con este lenguaje intolerante que sólo esconde tentaciones muy autoritarias.

 

Twitter: @leozuckermann

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