Antonia Brenner Clarck nació en la ciudad de Los Angeles, California. Desde su niñez tuvo oportunidad de conocer «los barrios» de la comunidad de habla hispana, en donde convivió con muchas familias mexicanas. Ella notó que los mexicanos tenían cualidades distintas a otros inmigrantes en los Estados Unidos de Norteamérica; que eran más cálidos en su trato, alegres y que convivían con respeto entre ellos y hacia los demás. Pero sobre todo, advirtió su apego a la familia y una gran unión entre padres, hijos y hermanos.
Por eso, cuando ella se convirtió en religiosa hace 28 años, pensó en hacer el bien ayudando en lo que pudiera a sus queridos mexicanos.
La Madre Antonia llegó a Tijuana el 19 de Marzo de1977 aprestar ayuda a los pobres y a los necesitados. Ella sintió el llamado de la Penitenciaría, en donde la recibieron con amor y respeto. Se convirtió en madre, consoladora y servidora de los miles de reclusos que pagan ahí sus deudas con la sociedad.
Lleva 26 años trabajando con los internos a quienes amorosamente llama sus «hijos». Es su guía espiritual y les ayuda a conseguir su libertad y a obtener fianzas; ha impulsado programas de salud para arreglarles los dientes a los que lo necesitan; y contribuye cuando algún enfermo tiene que comprar medicamentos y dispositivos médicos. En una palabra, ayuda en todas las formas a su alcance a lograr el bienestar y readaptación social de los internos.
Al enterarse de la muerte de un guardia al que la Madre Antonia conocía, sintió la necesidad de ir con la viuda y pedirle perdón, ya que el prisionero que lo mató era uno de sus «hijos» y se dio cuenta que el policía había dado su vida por nosotros y dejaba a su esposa e hijos desamparados.
Esta tragedia le permitió ver que no existen programas ni recursos suficientes para dar becas educativas a los hijos de los elementos de Seguridad Pública Municipal que mueren en el cumplimiento de su deber. Por lo que se dio a la tarea de fundar Brazos Abiertos de Tijuana, A.C. y de instituir con Banco Santander Mexicano un fideicomiso con instrucciones precisas de otorgar diversas cantidades de dinero a las viudas e hijos de oficiales que se ven en las circunstancias mencionadas, a fin de que la familia no se desintegre ante la falta de uno de sus miembros, y ofreciéndole a los jóvenes apoyo para prepararse y salir adelante.
La Madre Antonia, mujer de carácter férreo (es Irlandesa-Norteamericana) pensó también en las mujeres reclusas que salen de la penitenciaría, y especialmente en las que padecen enfermedades como el cáncer, y fundó otra organización: Casa Campos de San Miguel, para ayudarlas a restablecer su salud y a integrarse a la libertad.
Recientemente la Madre Antonia realizó otro sueño, fundar – con aprobación del Obispado de Tijuana – la Asociación de las Siervas Audistas de la 11ª Hora, Organización dedicada a organizar oportunidades de actividad y dar ayuda material a las mujeres de la tercer edad.
Son muchas más las causas nobles y las iniciativas que la Madre Antonia ha emprendido, pero basten estas líneas para que los tijuanenses conozcan un poco de su grandeza espiritual.