Ha terminado el Mundial de Futbol de Rusia 2018. Muchas lecciones nos deja esta justa deportiva, no sólo para el apasionante deporte de las patadas, sino para la vida en general (atentamente solicito cierta tolerancia a la cursilería).
Comienzo con el primer y más importante éxito: la selección francesa, campeona del mundo. Francia no tiene, de lejos, la mejor liga de futbol de Europa. Sin embargo, sí cuenta con un magnífico sistema para captar el talento natural de los jóvenes. La Federación de ese país tiene varios visores que viajan por toda la nación observando a los chavos que están jugando. Van por todos lados incluyendo, de manera destacada, los barrios marginales donde viven millones de migrantes de naciones africanas.
Una vez captado el talento, los envían a uno de los doce centros de entrenamiento de jugadores de futbolistas de élite. El más conocido es el Centro Técnico Nacional Fernand Sastre, mejor conocido como Clairefontaine, a 50 kilómetros de París. Los candidatos se prueban a partir de 13 años para arriba. Sólo 22 se quedan cada año. Ahí viven, entrenan y estudian de lunes a viernes. El financiamiento completo corre a cargo de la Federación Francesa de Futbol. A los muchachos los fortalecen físicamente, los preparan sicológicamente y les enseñan todo tipo de técnicas, tácticas y estrategias.
Se trata de una incubadora de jugadores de futbol de altísimo nivel. Gracias a este sistema, la selección de Francia llegó a Rusia siendo el equipo con el mayor valor de mercado de sus 23 jugadores: un total de mil 102 millones de euros (para compararlo, la selección mexicana tenía un valor de 148 millones de euros). Importantísimo en este esquema es la mezcla racial de los jugadores. El talento francés lo conforman muchachos de todo tipo de origen: africano, árabe y europeo. En el Mundial vimos a una Francia multicultural con varios futbolistas de raza negra. Destacó, sin duda, su gran estrella, Kylian Mbappé, quien, a sus escasos 19 años, tiene un futuro muy prometedor.
Lección para el futbol (y la vida): es fundamental identificar el talento natural a una edad temprana e invertir para desarrollarlo lo más posible.
Luego está el éxito de la otra selección finalista: Croacia. Aquí, a diferencia de Francia, que fue muy superior, lo que vimos es la importancia de la actitud. En este Mundial, Croacia fue la Alemania de los pasados torneos: no se achicopalaron nunca. Siempre lucharon, sobre todo cuando iban perdiendo. Como los buenos toros de lidia, se crecían al castigo. Fue electrizante verlos. Sobre todo al mejor jugador de este Mundial que fue, sin duda, Luka Modrić, un chaparrito menudito convertido en poderoso guerrero balcánico.
Lección para el futbol (y la vida): la actitud determina en buena medida los resultados.
El Mundial de Rusia no fue el de las grandes individualidades, sino el del juego en equipo. La famosa asociación. Sin duda, es impresionante ver jugar a las estrellas. Pero, como lo demostraron las mejores selecciones (Francia, Croacia, Bélgica e Inglaterra), el juego más sabroso y eficaz es el de un grupo bien combinado.
Lección para el futbol (y la vida): el talento individual crece exponencialmente cuando se conjunta en un equipo.
Termino con otro éxito del pasado Mundial: el video assistant referee mejor conocido como VAR. Celebro que la FIFA finalmente haya aceptado utilizar la tecnología para tener un juego más justo. Sí: en Rusia se cometieron errores arbitrales. Pero tengo la impresión que mucho menos que en competencias pasadas. Para empezar, ya no hubo goles fantasma. Todos los que se marcaron fueron de pelotas que efectivamente cruzaron la línea de meta.
Los árbitros, apoyados por el VAR, en general pitaron los penales que sí eran. Una lástima que este sistema haya llegado cuatro años después de que un réferi ingenuo le haya marcado a México un penal inexistente por la burda actuación del holandés Robben y que nos costó la descalificación en el Mundial pasado en Brasil. Creo que el VAR llegó para quedarse haciendo el juego más justo, tal y como ya había pasado con el futbol americano, beisbol y tenis. Bienvenido sea.
Lección para el futbol (y la vida): vale la pena utilizar las nuevas tecnologías para tener una mayor justicia.
Dice el lugar común que en la vida se aprende más del fracaso. Quizá. Pero, hombre, también identifiquemos lecciones que deja el éxito, aunque sea de otros. No sé si para la vida personal de cada uno de nosotros, eso es una decisión individual, pero vaya que al futbol mexicano sí que le hace falta.
Twitter: @leozuckermann