No es necesario saber astrofísica para conocer la definición de soltero. Sin embargo, para los que tengan alguna duda, ahí les va lo que dice la Real Academia Española en su vigésima segunda edición: (del latín solitarĭus) 1. Adj. Que no está casado. 2. Adj. Suelto o libre.
¿Así o más claro?
Partiendo de esa definición, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 39.5% de los hombres que viven en la Ciudad de México son solteros, contra un 37.7% de varones que están matrimoniados. Estas cifras, extraídas del Censo de Población y Vivienda 2010, nos dicen que cuatro de cada 10 varones chilangos son “felizmente solteros”. Bueno, en realidad eso de “felizmente” no lo sabemos, pero, si nos apegamos a la forma de vivir de la gran mayoría de nuestros amigos hombres que todavía no son heridos salvajemente por las flechas de Cupido, tal parece que sí se la pasan bastante bien.
Cuando un varón concluye su adolescencia y se encamina a “sus veintes”, es totalmente entendible que el matrimonio aún no juegue preponderancia alguna en su lista de prioridades. Sin embargo, cuando se aproxima y llega a “sus treintas”, incluso por una especie de presión social (por llamarle de algún modo), comienza a experimentar la necesidad de encontrar a una mujer con la cual pueda sentar cabeza, como dijeran nuestros abuelos.
Pero (sí, aquí viene el famoso “pero”), ¿qué tan válido es que un hombre en sus “veintes”, “treintas” o “cuarentas” no vea el matrimonio como alternativa y decida conservar su soltería como un preciadísimo tesoro al que no desea renunciar? Y no es porque su preferencia sexual se haya extraviado, que quede claro, sino porque disfruta de todas esas ventajas de permanecer amputado del compromiso de tener una novia o una esposa. Lo cierto es que los beneficios de la libertad total suelen ser sumamente tentadores tanto para los hombres como para las mujeres.
¿Significa ésto que sea un egoísta, un inmaduro, un irresponsable? No necesariamente. Desgraciadamente la nuestra es una sociedad que históricamente denosta y condena aquellos estereotipos que le son contrarios a lo que ancestralmente ha dictado. Sí, el estado ideal del ser humano es vivir en pareja, pero el hecho de que un hombre decida por convicción propia no adquirir los compromisos inherentes del noviazgo o el matrimonio no significa que sea un individuo que merezca ser señalado o criticado por sus iguales. Se trata únicamente de una decisión meramente personal.
Estar soltero significa disfrutar al 100% de su propio espacio, de subir los pies con los zapatos puestos a su sillón favorito, de pasar horas jugando al X-Box sin que nadie lo regañe, de beber cerveza sin tener que llevar las latas al bote de la basura, de comer chatarra o fruta a cualquier hora del día, de “invertir” todo su sueldo exclusivamente en sus “caprichos” (viajes, accesorios para su auto, ropa fea, una mascota, de salir con una-dos-tres, cuatro chicas sin compromiso con ninguna de ellas, etcétera).
Sinceramente, si estás soltero ¡disfrútalo!, porque quizá, sólo quizá, algún día te llegará tu hora.
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