Llegaron para sustituir palabras; así son los emojis, los cuales ayudan a hacer énfasis o añadir una intención en un mensaje. Su presencia ha sido importante en la mercadotecnia y ahora en la poesía, gracias a Dante Tercero y su creación, los Poemojis.
Dante fue becado por el Fondo Nacional para Jóvenes Creadores (FONCA 2015-2016) — un estímulo que otorga el gobierno para todas las manifestaciones del arte, entre ellas, la poesía— con el cual logró desarrollar su idea.
En entrevista, Dante —alter ego de Patricia Binôme (Tijuana 1985)— comparte cómo surgió esta nueva forma de hacer poesía que se asemeja al haiga japonés.
—¿En qué momento surge la idea de los Poemojis?
—Uso muchísimo el celular, para mandar mensajes y para escribir poemas cortos en las notas del iPhone. Un día descubrí los emojis y bajé la app. A partir de ahí empecé a usarlos en todos los mensajes que enviaba, a veces sólo para acompañar las expresiones y a veces sustituía una palabra por un emoji (algo que la mayoría de la gente en redes o con celular hace, nada extraordinario). Para ese entonces el “personaje” Dante Tercero ya estaba bastante delineado y me pareció que, por su personalidad y año de nacimiento, probablemente mezclar poesía y emojis sería algo que él haría. Al principio los emojis sólo “adornaban” mis poemas cortos y los poemas de otros autores. Es decir, ponía emojis que representaran el poema, arriba del mismo y nada más; como un resumen gráfico del poema. Sin embargo, el proyecto fue evolucionando; sobre todo a partir de que me dieron la beca del FONCA, porque pude recibir críticas útiles de mis tutores e incluso de tutores de otras disciplinas que se interesaban en mi proyecto.
—¿Cómo es la selección de poemas, hay algún criterio?
—Es importante que se entienda que los criterios de selección para proyectos en los que exhibir el proceso creativo es parte de sus características, no deben ser rigurosos ni parecidos a los de proyectos más “tradicionales”. Los Poemojis debían estar circulando por las redes constantemente y eso lo cambió todo.
—¿Tienes preferencia por algún autor?
—Si te refieres a la etapa en la que hacía mis propias interpretaciones de poemas de poetas “consagrados”, por decirlo de alguna manera, no. Me importaba que el poema fuera corto, que me gustara y que tuviera palabras o sentidos que pudiera expresar con un emoji o con la combinación de varios. Me gustó hacer la versión con emojis de los versos de Pavese (a la mayoría de la gente también, pero a mis tutores del FONCA no).
—¿Qué reacciones has encontrado?
— Al inicio fue bien recibido, muchos poetas me mandaban sus poemas, para que los utilizara. Fue hasta que me dieron la beca del FONCA que empezó la polémica en redes. Los “haters” saltaron de inmediato lanzando comentarios sin fundamento hacia el proyecto y hacia mi persona (o personaje, Dante). Era de esperarse ya que se exhibía el proceso creativo, cosa que no sucede con los proyectos de otros becarios. Regularmente se publican, ya sea en papel o en redes, textos o productos editados (bien o mal, pero editados) y eso es lo que vemos. No vemos todos los borradores horribles que hubo antes. Y en este proyecto el tiempo para editar era mínimo, no era lo primordial, porque no es un proyecto “tradicional” aún. Sin embargo, aproveché esas críticas para hacerle promoción a los Poemojis y lo demás lo ignoré. Me enfoqué en todas las personas que entendían realmente y en las que lo recibían desde este siglo. Ahora el proyecto ha evolucionado y la recepción también.
—¿Ha habido críticas de la comunidad literaria?
— Alguna crítica fundamentada no, tan solo consejos de compañeros poetas que me han parecido acertados y que han colaborado con la evolución del proyecto.
—En ese caso, ¿cómo recibes esta crítica?
— Yo no he leído o escuchado alguna crítica negativa digna de tomarse en cuenta. Las críticas constructivas las escucho y de ellas tomo lo que me gusta y lo que pienso que le dará más poder al proyecto.
—Al ser parte de un proyecto financiado por el FONCA, ¿qué observaciones has recibido por parte del Fondo?
— José Homero y Luis Felipe Fabre fueron mis tutores y ayudaron muchísimo a que los Poemojis pasaran de ser un mero recurso para atraer lectores a la poesía, a una expresión artística más auténtica y pesada. Algunos tutores de otras disciplinas también aportaron. Al final en la antología imprimieron mis Poemojis en un papel diferente y a color, contrastando así con todas las demás muestras. Eso no se había hecho nunca, me dijo una de las coordinadoras del FONCA. Significó mucho.
—¿Hacia dónde apunta este proyecto ahora?, ¿será documentado en alguna publicación o libro?
— Ahora mismo estoy experimentando con los Poemojis en gif, pero me encantaría que este proyecto no se viera como algo de mi propiedad. Me gusta cuando otras personas hacen Poemojis, porque la experimentación es el elemento que hace que la poesía siga viva, que evolucione. Por otro lado, Poemojis se empieza a utilizar en las escuelas secundarias para tocar el tema de Poesía y eso me parece gracioso, inesperado pero agradable. Además, la editorial “Tiempo que resta” de Puebla acaba de publicar el primer libro de Poemojis y en conjunto estamos preparando un concurso de este tipo de poemas. Sólo nos falta el patrocinio para poder dar un premio decente.
—Si tuvieras que transformar algún poema de un autor importante, ¿cuál elegirías, por qué y cómo lo ilustrarías como un poemoji?
— Por ahora ya no hago ese tipo de Poemojis, me volví un poco más intimista, digamos. Pero si lo hiciera, quizás elegiría alguno de Marosa di Giorgio, yéndome por lo complejo, porque sus poemas nacen del misterio de las cosas perturbadoras y eso me llama; o de Zbignieb Herbert o Yosa Buson, porque se pueden ilustrar con emojis fácilmente, como el de Pavese.