El primer debate presidencial, y el consiguiente posdebate en los medios, no fue el punto de inflexión para la campaña de Xóchitl Gálvez. Lejos estuvo la candidata opositora de, por un lado, noquear a Claudia Sheinbaum y, por el otro, parecer presidencial.
La Xóchitl alegre, dicharachera, de buenos reflejos, se ausentó el domingo pasado. En su lugar apareció una mujer nerviosa, de rostro adusto, malhumorada, sin sentido del humor y, sobre todo, indisciplinada.
Quisiera destacar este último elemento de la falta de disciplina.
Gálvez, en efecto, atacó a Sheinbaum con un arsenal de casos de corrupción e ineficacia gubernamental. Uno por uno, fue mencionando un largo catálogo, pero no los machacó para que realmente le pegaran a la candidata morenista.
Por ejemplo, sacó los presuntos actos de corrupción y tráfico de influencias de los hijos del presidente López Obrador, pero cuando Claudia dijo “si tiene pruebas, que las presente ante el Ministerio Público”, Xóchitl no insistió. Ahí murió ese asunto.
Para que los ataques tengan un efecto, un candidato debe reiterarlos con mucha disciplina. Xóchitl no lo hizo. Más que profundizar en un caso, presentó un amplio catálogo de posibles actos de corrupción y abuso del poder de los gobiernos morenistas. Siendo justos, el formato del debate tampoco le ayudó para profundizar en los ataques.
La falta de disciplina también se vio en el mensaje de la candidata opositora. Ayer, en la mesa de Es la hora de opinar, caímos en la cuenta de cómo Xóchitl no había utilizado ni una sola vez el eslogan de “Vida, verdad y libertad” que tanto nos había gustado de su discurso de cierre de las precampañas.
A mediados de enero, Xóchitl realizó un evento en la Arena Ciudad de México, donde apareció alegre, combativa y, sobre todo, con un mensaje que podía resonar en el electorado. En aquel entonces, en un discurso breve, bien redactado y leído con pasión, la candidata habló de la pérdida de tres valores —la vida, la verdad y la libertad—durante este sexenio. Ofreció los argumentos y la evidencia que sustentaban dicha privación. Si esas tres cosas se habían perdido en el país, había que recuperarlas. Xóchitl prometía hacerlo. La candidata opositora finalmente estaba dando las razones de por qué votar por ella.
Podía gustar o no este mensaje, pero su campaña había encontrado un discurso con sustento que podía repetirse fácilmente: “Vida, verdad y libertad”.
Desafortunadamente para Gálvez, este evento llegó en un mal momento. Debido a la estúpida ley electoral que tenemos, vino el llamado “periodo de intercampañas”, donde los candidatos se vieron obligados a desaparecer de la escena.
Y sí, Xóchitl desapareció y también “Vida, verdad y libertad”. Al punto de que no ha vuelto a hablar de esto. Ni en sus spots de radio y televisión ni en el primer debate presidencial. No entiendo por qué su campaña echó a la basura un mensaje con un buen potencial. A lo mejor no pegó en las encuestas y grupos de enfoque. A lo mejor simplemente se les olvidó.
Lo que no hubo es un mensaje sustituto de “Vida, verdad y libertad”.
El domingo, más allá de los ataques en contra de Claudia, Xóchitl no vendió una idea de por qué había que votar por ella. Sheinbaum, en cambio, se ciñó al guion de la 4T: ésta es una disputa por continuar con la transformación o regresar al pasado de corrupción y privilegios.
Quedan menos de dos meses de campaña para remontar una ventaja de dos dígitos en las encuestas. Tic, toc, el reloj avanza cada día. Ya no queda mucho tiempo en el cronómetro. Ha llegado la última llamada para Xóchitl.
¿Qué significa esto?
Para empezar, con humildad y pragmatismo, reconocer el error del domingo y aprender las lecciones de un ejercicio fallido.
Segundo, ajustar el equipo de campaña para quitar el lastre que no está permitiendo que la candidata tenga y opere una estrategia eficaz y consistente.
Y, tercero, encontrar y machacar un mensaje de por qué hay que votar por ella, además de seguir atacando a Claudia. Ambas cosas deben hacerse con disciplina. Un estratega electoral me dijo un día: “Esto de las campañas es como una pasta con mucho ajo: te la comes y te la pasas repitiendo todo el día”.
Tic, toc, el tiempo se acaba y el esperado punto de inflexión en la elección no llega. La realidad es que algo no está funcionando en la campaña de Xóchitl Gálvez.
X: @leozuckermann