Antes de irme de vacaciones, quiero dedicar mi colaboración de hoy a uno de los eventos más importantes de la historia de la humanidad. No exagero. Me refiero a la llegada del hombre a la Luna. En unos días más se cumplirán 50 años de este memorable acontecimiento que marcó a mi generación.

De niño, todos jugábamos a ser astronautas. A replicar la hazaña del Apolo 11. Alfonso Cuarón lo retrató magistralmente en su última película, Roma.

Neil ArmstrongMichael Collins y Edwin Eugene Aldrin Jr, mejor conocido como Buzz, habían despegado de Cabo Cañaveral, Florida, el 16 de julio de 1969, propulsados por un cohete Saturno V. Viajaron 359 mil kilómetros en tres días. El 19 de julio, comenzaron a orbitar la Luna, el único y bello satélite de nuestro planeta. Se posicionaron a veinte kilómetros de la zona de alunizaje, conocido como Mare Tranquillitatis.

La locación era conocida. En 1965, la nave Ranger 8 había trasmitido siete mil fotografías de este sitio relativamente plano de la Luna. La mini nave El Águila, con Armstrong y Aldrin a bordo, se separó del Columbia, bautizada en honor a Cristóbal Colón. Después de una maniobra compleja, el comandante de la misión informó: “Houston, aquí Base Tranquilidad. El Águila ha alunizado”. La NASA respondió: “Roger, Tranquilidad, los copiamos desde la superficie”. Un par de hombres ya estaban en la Luna.

Se tomaron un descanso antes de salir a la superficie. En sus memorias, cuenta Aldrin que no durmieron ni un segundo. Bien a bien no sabían qué les deparaba. Aunque El Águila había alunizado sobre superficie sólida, existían teorías que decían que había bancos de arena en la Luna, por lo que, cuando bajaran de la nave, podían hundirse.

Cinco horas después, Armstrong prendió la cámara de televisión para que el mundo atestiguara el momento histórico. Salió de la nave y bajó a saltitos por una escalinata.

A las 20:56, hora de México, pisó la Luna y dijo la famosa frase histórica: “Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la Humanidad”. Luego bajó Aldrin: “Bonito, bonito, una magnífica desolación”.

Era de noche en la Ciudad de México. Millones de personas estaban pegados a sus televisores. En casa, frente a una Admiral en blanco y negro, vimos cómo Jacobo Zabludovsky narraba el momento histórico. Yo tenía cuatro años y lo recuerdo. No sé si ese instante en particular o los cientos de veces que se repitieron desde entonces.

Mientras Armstrong y Aldrin jugueteaban en la Luna, Collins la orbitaba. En algún momento, sacó una fotografía donde se veía la Tierra y su satélite. Fue la primera foto tomada por un ser humano del resto de la humanidad, de los dos homo sapiens que estaban en la Luna y los otros que seguían en su planeta.

En su libro SapiensYuval Harari cuenta cómo los humanos se convirtieron en la especie más poderosa de la Tierra. La clave: un cerebro que les permitía imaginar y crear cosas como ningún otro animal. Bueno, pues la llegada del hombre a la Luna representaba otro capítulo más de este increíble poder imaginativo y creativo. El presidente John F. Kennedy, en 1961, fue quien lo imaginó y movilizó todos los recursos para lograrlo. Ocho años después, el sueño se convertiría en realidad. Se calcula que alrededor de medio millón de personas colaboraron para lograr ese paso histórico.

Hoy, esta hazaña ya no despierta el interés de antaño. Las nuevas generaciones lo minimizan. Cincuenta años después, ya no se aquilata la dimensión de este evento. En lo personal, la llegada del hombre a la Luna y las siguientes misiones del programa Apolo, me marcaron. Los astronautas fueron los héroes de mi infancia. Tenía sus fotos en mi cuarto. Recuerdo, con gran felicidad, el día que mis padres me llevaron a la NASA en Houston. Ahí vi la famosa Sala de Control, los trajes originales de los astronautas y, lo más emocionante de todo, la pequeñísima nave que los llevó y regresó de la Luna. Diminuta en tamaño, grandísima en su significado.

A los interesados, para conmemorar el 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, les dejo dos recomendaciones para estas vacaciones. Primero, la serie de televisión From the Earth to the Moon, producida por Tom Hanks para HBO. Segundo, la autobiografía de Buzz Aldrin titulada Magnificent Desolation: The Long Journey Home from the Moon.

Vacaciones

Este columnista tomará unos días de descanso, por lo que Juegos de Podervolverá a publicarse el martes 6 de agosto.

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