Soy Josephus Flavio. Como todos ya saben, deserté de mi pueblo y escribí su heroica historia. Sé que soy un personaje controversial. Hay quien considera que traicioné a mi pueblo y hay quien considera que, si yo no hubiera escrito las guerras de los judíos, nadie se hubiera enterado del heroísmo de mi gente.

Hoy estoy sorprendido. No entiendo a la sociedad. ¿Si a alguno de los que me leen hoy y me leerán los siglos que siguen les hubieran raptado a su familia, a sus hijos, hubieran violado a su esposa y hubieran matado a sus hermanos y los tuvieran en cautiverio, que harían? Tratarían desesperadamente de rescatarlos, buscando todas las posibilidades, hasta pagando rescate, hasta cambiando la vida de uno por otro, hasta atacando a los raptores, hasta atacando a sus seres queridos, a sus acólitos y cómplices y aquellos que aplauden su acción y matándolos si fuera necesario a ellos a los que les hubieran ayudado a sus parientes y cualquiera que hubiera sido participe de este rapto en nuestra familia.

Hoy, pueblos enteros son cómplices de aquellos que cometieron el crimen y el rapto, porque están obligando al pueblo de Israel a no intentar rescatarlos, a pagar un precio caro haciendo héroes a los ofensores y raptores, y aplaudiendo su cruel e inmoral actuación. Yo he sido testigo de los crímenes de los romanos. Vi cómo la gente de Masada aceptó suicidarse con tal de no rendirse ante el feroz romano. Vi ascender a Tito Flavio Vespasiano hasta convertirse en emperador de la urbe. Vi destrozar Jerusalén hasta sus cimientos. Vi y fui testigo de la dispersión del pueblo judío en la diáspora. Hoy veo un pueblo trabajador, dedicado a hacerle bien a la humanidad, a producir positivamente en todas las áreas del conocimiento para salvar vidas y hacer entender el presente y el futuro. A ese pueblo, le raptaron hijos mujeres y hermanos y les asesinaron a pequeños, filmando los actos bochornosos con risas y alegrías. Hay ciento cuarenta personas, civiles, raptados, guardados en crujías, víctimas de los más repudiantes excesos y el mundo ataca a aquellos que intentan salvarlos, creando un concepto y una dialéctica absurda, por lo tanto, todos aquellos que aplauden a Hamas y sus actos, son cómplices de los crímenes que hicieron y que continúan haciendo y con su clamor intentan evitar la justicia y podrán generar nuevos actos de inhumanidad. O sea, los victimarios hoy son víctimas y las víctimas son los feroces agresores que han pagado con gran dolor el fanatismo y la locura de seres inhumanos. Se enarbola el concepto de humanismo, jajaja, sin entender a fondo lo cruel del secuestro y el trauma de los secuestrados que nunca sanaran de lo vivido. Amen de los asesinados.

Yo Josepho Flavio a través de los siglos nunca vi algo tan absurdo hasta que me encontré con la inquisición, el pueblo de España aplaudía los actos de fe,  con los nazis los alemanes y muchos otros pueblos aplaudían lo que ocurría en los hornos crematorios y vi la crueldad en su más descarnada actitud, hoy de nuevo vemos aplaudir a los victimarios y denostar a las víctimas. Logrando la voluntad de luchar del pueblo judío, pues no puede resistir el dolor de la penuria de sus amados secuestrados por los que pagarán en oro o a través de devolver 30 a 1 a criminales de las cárceles de Israel como ya ha acontecido anteriormente.

Los acontecimientos van generando la historia y la historia sigue sorprendiéndome, no dejaré la pluma hasta que el equilibrio, la justicia y la moral vuelvan a cambiar en la humanidad.

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