Hay dos conferencias dictadas por Max Weber en 1919 que se usan como guía para diferenciar a dos tipos de políticos: el político que vive de la política y el que vive para la política. La diferencia entre ellos, por supuesto, es sustancial.

Yehezkel Dror, en su ensayo sobre los políticos que se requieren para salvar a la humanidad de si misma, se refiere a Weber pero anota un elemento central; el político debe responder al llamado para actuar de una forma altruista.

Fernando Savater hace una apología del egoísmo porque debe arrancar lo mejor de cada individuo, pero lo condena en los políticos, ciertamente contradice el llamado al que se refiere Dror.

Esto implica, agrego yo, que ese político de Dror debe mezclar las dos formas weberianas y debe responder y actuar de forma altruista, debe desprenderse del egoísmo, no solamente el personal, sino inclusive aquel que lo lleve a ver su acción estrictamente a favor de su comunidad, porque corre el riesgo de defender y promover intereses tribales, que se contraponen al bien de la humanidad.

Adivinó usted bien, este tipo de político no abunda, por eso Dror sugiere que debe preparárseles para atender los serios riesgos para la sobrevivencia de la especie humana que está generando la metamorfosis que esta viviendo la humanidad. Ya sea la investigación que genera virus que pueden decimar a la humanidad, avances tecnológicos que pueden alargar la vida humana pero que la pueden poner en peligro. Nuestros políticos por lo general carecen de inteligencia y visión de futuro para enfrentar los riesgos profundos, como está sucediendo con la inteligencia artificial, que no se sabe de que manera afectará a la vida sobre el planeta.

Si aterrizamos en México encontraremos tal vez lo que podría ser el peor político posible, no solamente por su egoísmo, que vive de la política, sino que la defensa de valores tribales les puede parecer avanzado, debido a que defienden valores familiares, o sea ver la manera de beneficiar a la familia.

En 2004, Esteban David Rodríguez publicó el libro Los dueños del Congreso: el poder legislativo, secuestrado por dinastías familiares y clanes del dinero, donde analiza por partido político cuál de ellos registra el mayor número de familias que se apoderan de las curules, se las transfieren entre familiares y hasta en los brincos entre las cámaras.

Pero como los políticos van muy por delante de los académicos, ahora resulta que esas familias rebasan el poder legislativo y hasta se expanden geográficamente. Un ejemplo es la familia Monreal, que tiene un senador, un gobernador, un presidente municipal en Zacatecas y promueve a una hija para alcaldesa de la Ciudad de México.

El clan Batres ya cubre el poder ejecutivo y legislativo de la CDMX y alcanzó a ocupar una posición en la Suprema Corte.

La familias Beltrones y Calderón tienen lo suyo. Nacionalmente se ha destapado ese apetito de las cónyuges por suceder a la pareja; intentó Margarita Calderón, Mari Carmen Sánchez y encontramos varios casos en Puebla y otros lugares. El gobierno en familia.

El poder judicial le ganó a todos, se volaron la barda, porque colocan a los miembros de sus familias intercambiándose favores entre sí, de tal manera que violentan el nepotismo prohibido por ley, porque dicen que ellos no nombraron a sus familiares en áreas bajo su responsabilidad. Hasta parece la canción de Chava Flores Llegaron los gorrones,

Por qué hay tanto invitado
Verá que tres los trajo aquel,
Que aquellos seis son de Miguel
Y cien de un diputado

Yo soy amigo de la hermana de un señor que no vino a la fiesta
Pues yo soy cuate del sobrino de Nabor que toca con la orquesta
Cuál orquesta si aquí hay puro mariachi,

Y ese es hermano de la criada que está aquí
¡Y hasta le dió la llave!

Hay quien sostiene que buscan una curul para tener fuero, lo que en parte es cierto, pero creo que el egoísmo, la sed de poder, seguir viviendo de la política, aprovechar las ventajas que dar tener información confidencial y colocarla entre los inversionistas, o hacer sus propios negocios.

La política otorga impunidad y lo que podríamos considerar tráfico de influencia política. Por esta condición sostengo que ni siquiera encontramos valores tribales los que por si mismos previenen la creación de conciencias nacionales o de la humanidad entera.

La ONU que no se distingue por su eficacia sostiene que la equidad para la mujer tardará varias centurias. La humanidad requiere de un nuevo político que se preocupe por el mundo que recibirán las nuevas generaciones creando las condiciones actuales que generen florecimiento económico, cultural y por supuesto, una política altruista guiada por valores humanitarios y que buscan el bien generalizado.

Es hora de ir pensando en eso a la hora de votar por los gobernantes de hoy para evitar los males del mañana.

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