Vaya reacción desmedida del gobierno de López Obrador, la campaña de Sheinbaum y satélites periodísticos/propagandísticos por lo que dijo Jorge G. Castañeda el lunes en Es la hora de opinar. Denota el enorme miedo que le tienen a las campañas negativas que nunca han sabido responder y les han perjudicado electoralmente en el pasado.
Estábamos analizando la campaña de Xóchitl Gálvez cuando Jorge dijo que, tomando en cuenta la brecha que existía en las encuestas, la oposición debería recurrir a la “guerra sucia” en contra de Claudia y hasta López Obrador. En ese momento lo corregí especificando el concepto de “irse negativo”. Sí, admitió Castañeda, repitiendo la idea en inglés: “go negative”.
La corrección es importante. Desde hace años he defendido las campañas negativas insistiendo que no deben considerarse como “guerra sucia”. Este término nos remite a lo sucedido en América Latina en los setenta: la represión militar en contra de guerrillas con un saldo de muchos muertos y desaparecidos.
No, atacar a un candidato con propaganda no es “guerra sucia”, sino “campaña negativa”, elemento intrínseco en las democracias liberales. Lo que estaba diciendo Jorge es que esto debía hacer Xóchitl con Claudia y hasta López Obrador.
Tampoco estoy de acuerdo con la afirmación que hizo Castañeda que dicha campaña podría basarse “hasta en chismes”. Está comprobado que los anuncios críticos de un candidato son eficaces si están basados en hechos verificables. Cuando se ataca con chismes u afirmaciones falsas, se corre el riesgo de quedar en ridículo en el momento en que el candidato atacado comprueba su falsedad frente al electorado. En cambio, los anuncios negativos basados en información fiable no son fáciles de responder.
En 2006, Calderón atacó a López Obrador con la famosa campaña de “es un peligro para México”. La afirmación estaba basada en mentiras. Hubiera sido fácil contestarla. Pero el lopezobradorismo nunca ha sabido hacerlo. Siempre han recurrido a la victimización con aires de superioridad moral. En aquella elección, el entonces candidato de la izquierda le solicitó a la escritora Elena Poniatowska que saliera en su defensa. Craso error. Era tan sencillo como producir unos spots que dijeran “sí, soy un peligro, pero para los corruptos que hoy nos gobiernan”, o algo parecido.
La democracia se trata de permitir la crítica de los que están en el poder y una manera de hacerlo es con anuncios negativos. La oposición tiene todo el derecho de atacar mediáticamente a los gobernantes. Es más, los spots negativos suelen ser más veraces que los positivos donde los candidatos prometen el oro y el moro con mentiras del tamaño del Titanic (“conmigo la economía va a crecer al 6% anual”, por ejemplo).
En una elección, la gente necesita información de lo bueno y malo. La mayoría de los anuncios negativos, sobre temas específicos, hacen precisamente eso: informar. Es como comprar una casa. El posible comprador desea saber las cosas positivas y negativas antes de tomar una decisión.
En la reforma de 2007, López Obrador y compañía presionaron para que se prohibieran los spots negativos. La legislación se aprobó y hoy el INE puede actuar como nuestro papá decidiendo que sí y que no podemos escuchar los infantes mexicanos.
La izquierda en este país siempre ha tenido problemas con la libertad de expresión. Por eso, ahora se quejan del análisis de Castañeda de que la campaña de Xóchitl debería “irse negativa”.
Son unos hipócritas. ¿Cuántas mañaneras utilizó el Presidente para criticar a Gálvez por ser presuntamente corrupta basada en información falsa? ¿Ellos pueden, pero, sacrébleu, lo contrario es una injusta “guerra sucia” de los que pretenden un “golpe de Estado” blando?
¡Por favor!
Si hay alguien que ha hecho campañas negativas basadas en mentiras y especulaciones, utilizando los recursos del Estado, ha sido López Obrador durante todo su sexenio. Vaya hipocresía.
La reacción que generó el comentario de Jorge, llegando al extremo la vocera presidencial, Elizabeth García Vilchis, demandando que el INE revise y censure el contenido de mi programa del lunes, demuestra el pavor que le tienen a las campañas negativas.
¿Será por el tema de los hijos del Presidente? ¿Será por la Línea 12 del Metro? ¿Será por las investigaciones suspendidas por razones políticas en Estados Unidos de presuntos financiamientos del crimen organizado a las campañas de López Obrador?
¿A qué le tienen tanto miedo?
Me encantaría conocer el juicio del INE sobre si se vale o no la opinión de un analista en un programa de debates sugiriendo una campaña negativa. La señorita Vilchis piensa que no. Yo creo que ella y su jefe son unos hipócritas que le tienen pavor a que la oposición saque sus trapitos sucios al sol.
X: @leozuckermann