Si hay algo que López Obrador detesta es no tener el control de la agenda pública. Odia estar más a la defensiva respondiendo temas que no le convienen políticamente. Él prefiere siempre estar a la ofensiva colocando asuntos que lo hacen brillar.

En este sentido, los últimos días no han sido buenos para López Obrador.

Primero, aparecieron más investigaciones periodísticas sobre presunto tráfico de influencias y corrupción de sus hijos. El Presidente tuvo que salir a desmentirlo utilizando su herramienta comunicativa favorita: la victimización. Él y su familia, argumenta, son inocentes, víctimas de un complot de opositores y medios para perjudicarlos en estas épocas electorales.

Luego salieron los tres artículos en medios extranjeros que hablan de un posible financiamiento ilegal del crimen organizado a su campaña presidencial en 2006 y el posterior plantón postelectoral en la Ciudad de México. Una vez más, López Obrador se victimizó y culpó a los periodistas de todos los males planetarios.

Por estos días, como consecuencia de estas historias, en las redes surgió el hashtag #narcopresidente que se multiplicó rápidamente de manera orgánica y, sí, también con la utilización de cuentas robots seguramente financiadas por los malquerientes de AMLO. Bienvenido, Presidente, a la era de las redes sociales que, por cierto, usted y su equipo comunicativo utilizan con maestría.

Ya a la defensiva, tratándose de quitar este golpe, un medio publicó otro reportaje donde un supuesto narcotraficante ratifica la acusación de presunto financiamiento de un grupo del crimen organizado a la campaña de AMLO en 2006. La entrevista hizo crecer más el tema en las redes y amplificó el hashtag #narcopresidente. Al punto que ya fue utilizado espontáneamente por varios manifestantes en la marcha ciudadana del domingo pasado.

Difícil quitarse de encima una acusación que puede ser mentira (yo así lo creo), pero adquiere verosimilitud con la política de “abrazos, no balazos” de este gobierno, la liberación de Ovidio Guzmán, uno de los hijos del Chapo, en un operativo caótico en Culiacán y el saludo amable del Presidente a la madre del propio Chapo Guzmán en una visita a Badiraguato.

En todo este contexto, recordemos que López Obrador trató de posicionar una agresiva agenda de reformas constitucionales con el clarísimo y hasta admitido objetivo de intervenir en el actual proceso electoral. Dieciocho enmiendas a la Constitución y dos reformas legales que cambian por completo la naturaleza del régimen político mexicano.

Además, publicó un nuevo libro que habla de la epopeya de su carrera política. Un volumen con claras intenciones electorales donde critica acremente a la oposición panista-priista y a su candidata presidencial, Xóchitl Gálvez.

Bueno, pues en lugar de estar hablando de las reformas constitucionales o del libro propagandístico, tal y como pretendía, López Obrador está defendiéndose de las acusaciones en contra de sus hijos y de la imputación de financiamiento del crimen organizado en una de sus campañas presidenciales, lo cual ha producido un ominoso hashtag que se está convirtiendo en eslogan.

Mientras tanto, su candidata presidencial está desaparecida. En parte, desde luego, por la estúpida ley electoral que ordena una veda durante el periodo de intercampañas. Pero también porque Sheinbaum se ha dejado eclipsar por el Presidente. Nunca habíamos visto en México a un mandatario en funciones haciendo la campaña de su candidato con tal desfachatez. A tres meses y medio de la elección, AMLO sigue siendo el morenista que brilla mientras que Claudia sólo produce bostezos.

No sé si esto cambiará a partir del primero de marzo que comiencen formalmente las campañas. Lo que sí visualizo es la aparición de más historias que perjudiquen la imagen de López Obrador. Es lógico. Estamos en temporada electoral y atacar al Presidente en turno es parte del juego político. Más cuando se trata de un mandatario con tanto poder y presencia en la opinión pública nacional como López Obrador.

AMLO está notoriamente a la defensiva. Ya no está pudiendo controlar la agenda pública como a él le gusta. ¿Podrá revertir esta situación adversa o nos iremos así hasta el final de las campañas? La respuesta a esta pregunta podría definir el resultado final de la elección presidencial.

  • X: @leozuckermann

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