Me entero de la designación de un nuevo Director General en el seno de la nueva aerolínea a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), que insisto, con su mal desempeño, le está haciendo pésimo favor al legado de la marca comercial que ostenta en las aeronaves que emplea, me refiero nada menos que a esa Mexicana que muchos de los lectores de A21 recuerdan con enorme cariño.

Se dice fácil pero con este nuevo nombramiento puedo registrar desde mediados del año 2022, es decir, unos 18 meses, cuando la SEDENA comenzó a configurar la empresa de aerotransporte  a cuatro militares al frente de aquello que se convirtió en la paraestatal Aerolínea del Estado Mexicano, S.A. de C.V., todos ellos con grado de General en la Fuerza Aérea Mexicana, yendo desde una hasta las tres estrellas, dos de los cuales (los primeros en tener el encargo) en situación de retiro, mientras que los últimos dos ya en calidad formal de Director General de la empresa se mantienen en activo en las armas aéreas militares.

Entre las cosas que he tenido el privilegio de aprender en materia de gestión de riesgos operacionales se encuentra comprender la amenaza que supone a la seguridad  una alta rotación de ejecutivos clave en una organización aeronáutica, la cual debe prender no solamente alertas rojas en el seno de las autoridades certificadoras y supervisoras, sino también entre las eventuales arrendadoras de las aeronaves, quienes las están financiando, y sobra decir, entre las compañías aseguradoras que cubren los riesgos asociados a la operación de la aerolínea.

Las razones por las cuales el Director General de una empresa puede dejar el cargo son diversas y pueden abarcar desde razones propias del interesado hasta decisiones corporativas. Lo cierto es que, en actividades de alta especialización, tal y como queda claro en la aeronáutica, la regla General es que haya una baja rotación en tan vital puesto. No hay que olvidar que algunas de las más exitosas aerolíneas de México se han caracterizado por el largo tiempo en el que quien las encabeza, administrativamente hablando permanece en su función. Desde el pasado, cuando ese eterno símbolo de los mejores tiempos de la gestión de la verdadera Mexicana de Aviación (Don Manuel Sosa de la Vega) y hasta nuestros días con el Doctor Andrés Conesa Labastida a cargo de Aeroméxico, el Maestro Enrique Beltranena Mejicano en Volaris y el Ingeniero Juan Carlos Zuazua Cosío en los mandos de Viva Aerobus, por ejemplo, el aerotransporte mexicano se ha distinguido por gestiones de largo plazo por parte de reconocidos profesionales, dando, insisto, a quienes tienen mucho qué decir en lo que a materia de control de riesgos toca, elementos para estar tranquilos de que por lo menos hay potencial de continuidad en variables críticas que impactan en los resultados de su administrada, reflejados en temas de mejora continua, fortalecimiento de la cultura institucional, reducción de procesos de aprendizaje, madurez de las relaciones con actores clave, entre otros. Con una nueva cabeza pueden cambiar mucho las cosas en una organización, la cual debe adaptarse, especialmente su plantilla laboral, al estilo, prioridades, políticas, carencia, prejuicios o hasta inexperiencia del nuevo titular.

En el caso particular de la nueva aerolínea militar disfrazada de civil, la alta rotación de quien despacha como Director General, por lo menos a esta este columnista aeronáutico le convence aún más de lo que de por sí lo estaba, habiendo tenido cierta relación con dicha paraestatal, que las cosas en ella no solamente no marchan muy bien que digamos, algo que los mexicanos hemos constatado con los vergonzosos episodios operativos en lo que la marca Mexicana se ha visto involucrada desde que inició operaciones el pasado 26 de diciembre, sino que los asuntos en esas hermosas oficinas en lo que alguna vez fue el casco de la Hacienda de Santa Lucía, Estado de México son más complejos que una demora o un mal servicio, y  bien pueden referirse a arraigados problemas coyunturales, propios de cuerpos como las fuerzas armadas, en mi opinión, incapaces por naturaleza, función, perfil y formación de hacerse cargo del servicio de aerotransporte civil, nacional e internacional de pasajeros y carga en México, tal como el mercado lo requiere, es decir con seguridad, eficiencia, sustentabilidad, sostenibilidad y calidad.

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