Los anteriores libros de texto gratuitos de primaria incluían un volumen dedicado a la historia universal. Se estudiaba en 6º año. No hay nada equivalente en los nuevos libros de texto. El conocimiento del desarrollo de las civilizaciones y culturas en otros lugares del mundo queda fuera de los objetivos de la «Nueva Escuela Mexicana».
Antes, el alumno se acercaba a la historia universal en cinco bloques temáticos, desde el origen de la humanidad hasta el siglo XVI: I. La prehistoria. De los primeros seres humanos a las primeras sociedades urbanas. II. Las civilizaciones agrícolas de Oriente y las civilizaciones del Mediterráneo. III. Las civilizaciones mesoamericanas y andinas. IV. La Edad Media en Europa y el acontecer de Oriente en esta época. V. Los inicios de la Edad Moderna.
¿Qué ignorarán los niños que concluyen su educación primaria? Entre otras cosas (que antes aprendían) no sabrán cómo el hombre fabricó sus primeras herramientas y se hizo sedentario. Tampoco la manera en que surgió la escritura, ni cómo se desarrollaron las primeras grandes civilizaciones en Mesopotamia, Egipto y China. Grecia y Roma les serán ajenas, lo mismo que la civilización inca. No significarán nada el Imperio mongol ni los intercambios comerciales entre Oriente y Occidente. La caída del Imperio romano, la Edad Media, Bizancio, la expansión musulmana y turca, el Renacimiento, serán hojas en blanco. Nada de eso se enseñará en las escuelas primarias de nuestro país.
Los niños que acudan a escuelas privadas podrán quizá evadir ese vacío. En esos colegios se enseñará, como se ha hecho siempre, historia de México e historia universal. Se utilizarán textos anteriores o textos alternativos. Contará mucho la preparación de los maestros y la atención responsable de los padres.
En cambio los niños cuyos padres no puedan costear una educación privada crecerán aislados, ensimismados, empobrecidos. Apoyados en unos cuantos conocimientos sobre las culturas mesoamericanas (en buena medida leyendas de su libro de lecturas) quedarán listos para que sus profesores de secundaria, siguiendo la doctrina de los actuales libros de texto, alienten en ellos el espíritu de los «verdaderos maestros»: no Justo Sierra, José Vasconcelos, Narciso Bassols o Torres Bodet sino Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas.
Gane quien gane las elecciones, tendrá que corregir inmediatamente esta aberración.
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