El 25 de octubre el huracán Otis tocó tierra en el estado de Guerrero. El huracán categoría cinco dejó tras su paso pérdidas de vidas humanas y muchos daños materiales. La catásfrofe despertó el debate público sobre si se hubiera podido hacer algo al respecto para mitigar los daños.
La Dra. Gabriela Muñoz Melendez, investigadora del Departamento en Estudios Urbanos y del Medio Ambiente de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), comentó que Otis se había identificado como tormenta tropical y que, de acuerdo a diferentes modelos para medir la intensidad, en las mediciones más exageradas se hablaba de que podría subir a categoría de huracán 1 o 2. Sin embargo, expusó la investigadora, esto sería poco probable dado que al tocar tierra, con el cambio de temperatura, las tormentas/huracanes pierden intensidad, pero no se esperaba que la bahía de Acapulco tuviera una alta temperatura en el agua, lo que provocó un aumento en la intensidad sin precedentes.
Señaló que poco se pudo haber hecho para disminuir la catástrofe. Una labor preventiva eficaz hubiese sido posible si los gobiernos, con años de antelación, aplicaran modelos de urbanismo y de construcción seguros. Por lo cual, agregó, se está en un momento de oportunidad en la cual los estados, no solo Guerrero, pueden construir de manera eficaz, que sirva para preveer desastres a causa de fenómenos climatológicos y ser más resilientes ante el cambio climático.