Nadie pavimentó más el camino de López Obrador rumbo a Palacio Nacional que el entonces presidente Peña Nieto. Sus múltiples y escandalosos casos de corrupción le dieron gran legitimidad a la narrativa lopezobradorista de que al país lo controlaba una corrupta elite política-empresarial, la “mafia del poder”. Y tenía razón porque, como nos pasamos escribiendo el sexenio pasado, Peña y compañía se estaban enriqueciendo a manos llenas en contubernio con empresarios deshonestos.
¿Y qué hizo López Obrador cuando llegó a la Presidencia en 2018 con los corruptos del gobierno anterior?
Nada.
(Bueno, salvo uno, Emilio Lozoya, quien estaba llevando su proceso judicial en la comodidad de su hogar hasta que cometió la imprudencia de irse a comer un pato pekinés en un lujoso restaurante de la Ciudad de México. Y, por lo que veo en la prensa, hasta ese caso ya se le está cayendo a la Fiscalía General de la República).
A Peña, López Obrador no lo ha tocado ni con el pétalo de una investigación. Mientras tanto, el expresidente vive plácida y lujosamente en Madrid. ¿De dónde saca el dinero para vivir de esta manera?
Hoy queda más que claro que López Obrador protege a Peña.
Para justificar dicha protección, primero salió con la mamarrachada de que él no perseguiría a los casos de corrupción del pasado porque el país no debía desgastarse viendo al pasado; convenía observar hacia adelante. Luego se sacó de la mano otra bobería más: una dizque consulta popular para preguntarle al electorado si se debía perseguir a los expresidentes. Y digo “dizque” porque la Suprema Corte de Justicia cambió la pregunta para cuestionar algo totalmente diferente e ininteligible.
Resultado final de estas maniobras: total impunidad al corruptazo que le antecedió.
Y uno se pregunta: ¿a cambio de qué?
Cada día es más evidente: Peña no sólo le pavimentó el camino a López Obrador, sino que también lo ayudó a ganar la elección de 2018.
Hoy hasta lo elogia.
Increíble. Lo que hay que ver en este país.
En la toma de posesión de Delfina Gómez como gobernadora del Estado de México, López Obrador dijo: “Soy Presidente porque lo decidió el pueblo de México de manera libre, pero también tengo que reconocer que el presidente Peña, a diferencia de los otros dos presidentes [Fox y Calderón], lo digo con todo respeto, no se metió, es decir, no aceptó hacer trampas y respetó la voluntad del pueblo de México. Eso no lo voy a olvidar”.
¿No se metió Peña en el proceso de 2018?
Al Presidente se le olvida un pequeño detalle: Peña se encargó de sacar del camino al candidato opositor que venía creciendo en las encuestas.
Me refiero a Ricardo Anaya. La Procuraduría General de la República de Peña filtró una supuesta acusación en su contra en el momento en que el panista estaba teniendo un buen momentum electoral. Anaya nunca pudo recuperarse del golpe mediático. En vísperas que terminara el sexenio de Peña, la PGR exoneró al panista de los supuestos cargos. “Usted perdone, señor excandidato”.
Hay que ser un caradura para afirmar que Peña no se metió en las elecciones de 2018. A lo mejor no se metió con López Obrador. Pero vaya que descarriló a Anaya. Y, en una de ésas, hasta una ayudadita le otorgó al hoy Presidente cuando vio que su candidato (José Antonio Meade) no crecía en las encuestas.
Líneas después de elogiar a Peña, López Obrador aplaudió al exgobernador mexiquense, Alfredo del Mazo, por haber hecho lo mismo en las pasadas elecciones del Edomex. “Él actuó como demócrata y por eso mi reconocimiento”, le agradeció el Presidente.
Bajo el mismo argumento, Peña también se habría comportado como un “demócrata” en 2018. El corruptazo elevado a prohombre de la política nacional.
Por cierto, en la ceremonia donde el Presidente glorificó a su antecesor estaba presente como invitado especial el padrino político de Peña: el exgobernador mexiquense Arturo Montiel, otro corruptazo.
López Obrador, quien prometió erradicar la corrupción del país, regodeándose con esa clase política que tanto daño le hizo México.
No pude más que acordarme del gran Germán Dehesa, quien solía terminar sus columnas en Reforma preguntando qué tal había dormido Montiel. Cuando se cumplieron mil veces de hacer esta pregunta, Germán escribió: “Nadie responde, nadie contesta, nadie hace nada. La justicia duerme. Esto ha ocurrido mil veces. En mil ocasiones hemos podido comprobar que a los señores que supuestamente administran la justicia, les valemos madre. Mil veces”.
Querido Germán, desde lo mundano te informo que les seguimos valiendo madres. Y fíjate: hoy hasta los elogia el Presidente que prometió combatir la corrupción.
X: @leozuckermann