Regreso de vacaciones y me encuentro con lo mismo que dejé en el escenario político-electoral antes de irme, es decir, que la contienda presidencial será entre Claudia Sheinbaum, de la alianza lopezobradorista, y Xóchitl Gálvez, de la coalición opositora.
En el ámbito del oficialismo no hay nada nuevo. Las reglas de la supuesta competencia están funcionando para que haya campañas aburridísimas, lo cual beneficia a la que empezó arriba en las encuestas: la exjefa del Gobierno capitalino.
Ella ha hecho lo que tenía que hacer: nadar de muertito. Ha viajado por toda la República echándole loas al presidente López Obrador. Claramente está en campaña para convencer al habitante de Palacio Nacional, quien será el que tomará la decisión de quién será el candidato presidencial del oficialismo.
En este espacio lo he repetido varias veces. Será el mandatario quien, con su dedito, elegirá al agraciado. Lo de las campañas y posteriores encuestas es sólo para legitimar el dedazo presidencial. La decisión está tomada desde hace tiempo. El plan A del Presidente es Claudia. López Obrador no quiere a Marcelo Ebrard y Adán Augusto López Hernández resultó un pésimo candidato. Alguno de estos dos tendría una mínima posibilidad en el poco probable caso de que algo extremadamente inesperado le ocurriera a Sheinbaum en las últimas semanas de campaña.
En suma, nada nuevo en el frente gubernamental. Habrá dedazo y será Claudia.
Del otro lado las cosas se pusieron buenas cuando me fui de vacaciones. Todavía pude escribir sobre la irrupción de Xóchitl Gálvez como posible candidata presidencial de la oposición. Esto, sin duda, movió el tablero de la sucesión.
El Presidente no lo esperaba. Él creía que el candidato sería Santiago Creel, quien era el perfecto aspirante para la narrativa de una elección polarizada entre el pueblo bueno que apoya a la 4T y una élite perversa que pretende retornar a gobernar. Nadie mejor que Creel para representar a este último grupo: exitoso abogado de empresas, exsecretario de Gobernación con Fox y hombre de tez blanca.
Pero resulta que apareció Xóchitl con su extraordinaria narrativa de vida. Su candidatura prendió de inmediato convirtiéndose, en pocos días, en la favorita de la oposición. Le ayudó, por supuesto, el propio López Obrador, quien la atacó en sus mañaneras transformándola en un personaje atractivo en poco tiempo.
La oposición ya no parece tener otra salida más que elegir a Xóchitl como su candidata presidencial. No hacerlo sería anticlimático y condenaría al PAN, al PRI y al PRD a una derrota segura el año que entra.
En suma, después de todo el triquitraque de la competencia interna de la alianza opositora, Gálvez se quedará con la candidatura.
Así, creo, empezará el próximo mes, septiembre, con una competencia por la Presidencia entre dos mujeres: Claudia versus Xóchitl.
Sheinbaum contará con el apoyo del aparato partidista más poderoso del país. Morena y sus aliados gobiernan en 23 de las 32 entidades federativas. Será la candidata de un Presidente muy popular que, como ya hemos visto, hará campaña a su favor. Y tratará de capitalizar el gran activo que representan los programas sociales de este gobierno. Arrancará, sin duda, como la favorita. Pero ya sabemos que carece de carisma y le sobra ingenuidad política.
En esto se le parece Xóchitl. Ella es un outsider de los partidos que representará. No será fácil poner de acuerdo al PAN, al PRI y al PRD en todas las decisiones de campaña. Pero tendrá que hacerlo porque, quiérase o no, la democracia mexicana depende de manera crítica de la operación partidista. Simple y sencillamente, los partidos son los que deciden cuántos spots de radio y televisión tendrá su candidata presidencial. No sé cómo hará Xóchitl esta operación política, pero, a diferencia de Claudia, es una candidata carismática que despierta emociones en los actos de campaña.
El escenario está puesto para una competencia entre Sheinbaum y Gálvez. La gran pregunta es si habrá una tercera opción en la boleta. Todo depende de la decisión que tome Movimiento Ciudadano, que está deshojando la margarita. A Claudia le conviene que MC lance a un candidato que divida el voto opositor. A Xóchitl, por el contrario, le beneficiaría que se unan a su coalición (tal como quiere el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro) o que no presenten candidato alguno (como hicieron en las elecciones de gobernador del Estado de México).
¿Será parejera la competencia presidencial o habrá una tercera opción?
Ésa es la duda que está en el horizonte a tres semanas de que terminen las competencias internas de las dos coaliciones partidistas rumbo al 2024.
- Twitter: @leozuckermann