Con la novedad de que las llamadas “corcholatas” del partido MORENA y otros dos aliados de partidos distintos, avanzan en sus aspiraciones formales para convertirse en candidata o candidato para el próximo proceso electoral presidencial, con la mira de llegar a la Presidencia de la República para el periodo gubernamental de 2024 – 2030.

A la fecha son seis “aspiracionistas sobrevivientes” –aunque la expresión no le guste a AMLO— quienes han levantado la mano para afirmar: “¡Yo quiero suceder a Andrés Manuel López Obrador!”. Sí, cuatro pertenecen al Movimiento de Reconstrucción Nacional (MORENA), uno al Partido del Trabajo y otro más al Verde Ecologista de México. Los dos últimos, forman alianza con el partido oficial.

Si bien el proceso de sucesión ha sido muy irregular y atípico, empezando porque López Obrador –entre en serio y en broma– “destapó a sus preferidos” desde mediados de julio de 2021, algo que jamás habíamos visto, al mencionar como posibles a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier y Rocío Nahle.

Posteriormente incluyó a la secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, y más recientemente a Ricardo Monreal, senador desdeñado y perdonado por AMLO, después de que “me había retirado la palabra durante dos largos años”, confió el legislador zacatecano.

Los hechos en cuanto a los “posibles”, se han dado conforme al criterio y dominio del proceso electoral del presidente López Obrador.

En estos avatares de la política, es imposible que el presidente no estuviera enterado de que, después de una cena “en petit comité”, realizada el reciente lunes 5 de junio, a unos pasos de Palacio Nacional, al día siguiente el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon, anunciara a sus compañeros de esa dependencia y en conferencia improvisada, que el lunes 12, presentaría su renuncia irrevocable a la Cancillería, para dedicarse de tiempo completo a los asuntos relacionados con su “aspiración a la Presidencia de la República”.

En esa reunión del lunes, el Jefe del Ejecutivo hizo un llamado de unidad a sus “corcholatas” y gobernadores integrantes de MORENA, con propósitos de unidad y, al mismo tiempo, evitar la clásica “cargada”, ante un destape adelantado. Se espera que cuando esto ocurra, no sea más allá del mes de septiembre próximo. Pero un día después, sucedió lo inesperado: el canciller anunció su “buena nueva”, y forzó a todos los señalados que, “si quieren participar en la contienda, que se avienten al ruedo de una vez”.

Y sí, parece que hay acuerdo de que “cada quién se rasque con sus propias uñas”. Comentaristas expresaron que el primer síntoma de “descontrol de López Obrador sobre sus huestes”, ocurrió el 31 de mayo, cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) previno a MORENA cortar de tajo las campañas de promoción electoral, “por estar fuera de tiempo y de contexto”, hechas con descaro en diversos estados de la República por “al menos dos corcholatas”. Todo ello, por supuesto, con recursos fiscales y con la anuencia de “ya saben quién”.

Efectivamente las “corcholatas” cumplieron al pie de la letra lo instruido por su “chamán”, lo cual duró más tiempo del esperado. En gran parte de los estados de nuestra República, hay concentraciones de acarreados y discursos de la titular de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y del secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Todo ello, violando, flagrantemente, las leyes electorales.

Hay que señalar que las concentraciones de gente en casi toda la República, corrieron a cargo del erario nacional; es decir, de los impuestos y dineros públicos que concentra el gobierno federal por pago de impuestos y derechos, por parte del pueblo que, además, no habían sido dispuestos para “dar a conocer en sociedad”, a las “corcholatas” preferidas del mandatario.

Los mexicanos no nos “chupamos el dedo”. Ha sido el presidente, nadie más, el principal responsable de establecer los tiempos de inicio del proceso electoral para las próximas elecciones, la metodología, los contendientes, los temas de campaña y el próximo programa de gobierno.

Mientras todos estos movimientos suceden en el gobierno federal, el pueblo mexicano parece que “solamente tiene la obligación de ir a votar el día de las elecciones”, mareado por una montaña de publicidad y de candidatos. Sí, porque en los próximos comicios será necesario renovar al Congreso de la Unión; es decir, a senadores y diputados federales, y a algunos Congresos de los Estados y presidentes municipales.

Frente a todo esto, sería necesario preguntarse: ¿Y los partidos de oposición “duermen el sueño de los justos”? Ya dieron todas las ventajas a MORENA de manipular el gobierno federal, que es el que aporta los dineros para todo lo relacionado con el proceso electoral, obviamente que corresponden a los impuestos que todos los mexicanos aportamos, no obstante con la carga de la inflación, los fraudes que cometen malos funcionarios; los gastos extraordinarios de las obras faraónicas presidenciales; los altos sueldos que paga el Gobierno a diputados y senadores y en fin… de los legisladores federales y estatales, de los gobernadores y presidentes municipales.

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