Hace más de 20 años, estoy casada con un judío. Enrique, nacido en un campo de desplazados en Alemania e hijo de sobrevivientes, perdió a sus abuelos, medios hermanos, tíos y primos en el Holocausto; por ello me indignó tanto la referencia que hiciera el presidente de México al señalar: «En el caso del señor Alazraki, pues ya tenemos también tiempo con muchas diferencias. Él es en extremo conservador, es como hitleriano«.

En el caso del señor Presidente, no sabemos si esta expresión obedece a un oculto antisemitismo o a la más supina ignorancia, o simplemente es mala leche. A mi entender él sabía perfectamente lo que provocaría su infame provocación. Para mí que su resentimiento contra el publicista lo tenía bien guardadito en su corazón. Quería ofenderlo, humillarlo y descalificarlo públicamente en donde más le pudiera doler. No le importó llevarse de corbata a la comunidad judía. Sabía perfectamente lo que iba a suceder, allí su mala fe, su mezquindad e incontrolables ganas de provocar. «López Obrador es malo», pensé cuando escuché lo que había dicho. Para colmo de males, nunca se retractó, a pesar de que la comunidad judía: «…rechaza el uso del término hitleriano para referirse a cualquier persona. Toda comparación con el régimen más sanguinario de la historia es lamentable e inaceptable», aseguró el Comité Central de la Comunidad Judía de México, por medio de la Tribuna Israelita.

Nada dijo Claudia Sheinbaum al respecto, a pesar de que ya todos sabemos que también ella es judía, no practicante igual que lo es mi marido. No dijo nada porque no le conviene o lo que es peor, no le interesa. Qué decepción. Qué falta de lealtad a sus orígenes, y qué falta de autonomía. Esta actitud tampoco ha de haber gustado nada a la comunidad judía. He allí parte de su esquizofrenia.

Pedirle al Presidente de todos los mexicanos de cualquier religión que enmiende esa falta de sensibilidad es como pedirle peras al olmo. Simplemente no sabe lo que es la autocrítica. Pobre hombre, porque entonces no tiene remedio. ¿Cómo explicarle las dimensiones del episodio más negro del siglo XX? ¿Qué sabrá de la Segunda Guerra Mundial? ¿Qué sabrá del partido nazi (partido Nacionalsocialista de Alemania)? ¿Y qué sabrá del Holocausto? ¿Sabrá algún nombre de los campos de exterminio? ¿Sabrá cuántos judíos, hijos de sobrevivientes, son mexicanos a quienes ofendió directamente? El Presidente no sabe nada, no sabe conmoverse por el dolor de los otros; en otras palabras, no sabe lo que es la compasión. Qué ejemplo tan triste les está dando a los jóvenes que ignoran los horrores de la historia todavía reciente. Mi padre, no siendo judío, me explicó varias veces lo que significó el Holocausto. Sabía todo sobre la Segunda Guerra Mundial. Él sí leía conmovido a Elie Wiesel, a Jorge Semprún, a Vasili Grossman. Recuerdo que cuando cumplí 15 años me regaló el Diario de Ana Frank. El Presidente debería por lo menos ver películas como La lista de Schindler, El Pianista, o una de las tantas sobre Los juicios de Nuremberg, etcétera, etcétera. Sé que esto es mucho pedirle, está muy ocupado.

Es cierto que se ha hecho en varias ocasiones la comparación de López Obrador con Hitler ya sea en caricaturas o en las redes, pero el Presidente, ni ninguno de sus parientes o antepasados han sido, ni fueron víctimas del régimen nazi. A López Obrador seguramente poco le importa que lo comparen con Hitler, por la sencilla razón de que no es judío. Entiéndase, este tema es especialmente delicado para los judíos, la cicatriz está allí, bien abierta, por eso duele cuando se minimiza de esa manera tan burda. Más que a Carlos Alazraki, el Presidente ofendió a los judíos de México, incluyendo a mi marido.

Cada «Mañanera» es un ataque, una descalificación, un insulto y muchas mentiras. No se da cuenta o no le importa al Presidente que las repercusiones de sus dichos trascienden, tanto así que en el extranjero se ha vuelto motivo de burla. En el muy leído diario francés Le Figaro, escribieron: «El presidente ofende a los judíos al tratar de ‘hitleriano‘ a uno de sus detractores…». Al finalizar el largo reportaje en que hablan de Alazraki, apuntan que según cifras oficiales la comunidad judía en México cuenta con 59 mil practicantes.

Concluimos al decir que la imagen internacional de López Obrador es lamentable. ¡Lástima por el país!

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