Primero que nada, ofrezco una disculpa a los lectores por el uso repetitivo de palabras soeces, pero con esas groserías hablan algunos de nuestros políticos, lo cual refleja su cerrilidad.

Desde hoy lo están avisando y tenemos que creerles. Me refiero a la promesa, más bien amenaza, del presidente López Obrador; el líder de Morena, Mario Delgado, y los senadores Félix Salgado Macedonio y Ricardo Monreal de desaparecer al Instituto Nacional Electoral (INE) después de las elecciones intermedias de junio.

Nadie lo ha expresado con más claridad y contundencia que Salgado Macedonio, el morenista acusado de violar a varias mujeres y que no pudo ser el candidato a gobernador de Guerrero por una resolución del INE y ratificada por el Tribunal Electoral. He aquí sus elegantes palabras:

“Ya se anunció por parte del Presidente que va a enviar una reforma electoral para que estos órganos ya dejen de ser cochinos, se tienen que ir. Se van a juntar las firmas para juicio político, de hecho, ya está la demanda interpuesta por unos ciudadanos, contra Lencho [Lorenzo Córdova] y contra Ciro [Murayama], ya nada más falta echarle un empujoncito […] A ellos se les olvidó que soy senador con licencia y me van a oír mi pico en la tribuna y ahora sí me los voy a chingar, me los voy a chingar y bonito, bonito, ahí nos vamos a ver las caras”.

Imposible no recordar a Octavio Paz después de escuchar las refinadas palabras de don Félix. Decía el Nobel de Literatura en El laberinto de la soledad que “chingar es hacer violencia sobre otro. Es un verbo masculino, activo, cruel: pica, hiere, desgarra, mancha. Y provoca una amarga, resentida satisfacción en el que lo ejecuta”.

Muy propia, en otras palabras, de un presunto violador como Salgado Macedonio. Los dichos de un mexicanísimo macho que se hace llamar “toro sin trancas” y quien advierte que “no le rasquen los huevos”.

Es el mundo, diría Paz, “de relaciones duras, presididas por la violencia y el recelo, en el que nadie se abre ni se raja y todos quieren chingar, las ideas y el trabajo cuentan poco. Lo único que vale es la hombría, el valor personal, capaz de imponerse”.

Valores, todos, contrarios a los de una democracia liberal. Lo sabe bien Porfirio Muñoz Ledo quien, el otro día, afirmó que México tiene una tara: “ser machista, ser autoritario, ser centralista, ser discriminatorio y ser chicharronista. Éste es el país de sólo mis chicharrones truenan”.

Félix quiere violar al INE como presuntamente lo hizo con tantas mujeres en el pasado. Tiene el apoyo del presidente López Obrador, quien está convencido que sólo sus chicharrones truenan.

Así que está cantado. El partido gobernante va a intentar chingarse al INE, la joya de la corona en la construcción institucional que permitió la transición a la democracia en México.

Ganen o pierdan las elecciones, porque a ellos les pesan más sus derrotas que las victorias. Hace seis años, en su primera elección como partido, Morena fue el ganador indiscutible en la Ciudad de México. Sin embargo, perdieron algunas delegaciones (hoy alcaldías) y, ¿qué creen? Sí, efectivamente, reclamaron que les hicieron fraude.

Les mueve más perder que ganar. Está en su ADN. Son los hijos leales de López Obrador. Donde triunfan, argumentan que lo hicieron a pesar de las autoridades electorales. Donde pierden, es porque les hicieron trampas.

Las encuestas y modelos de predicción apuntan a que Morena tendrá buenos resultados en la próxima elección. Van a retener la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Tienen, según el modelo de oraculus.mx, un 46 por ciento de mantener la mayoría calificada junto con sus aliados, el PT y el Verde.

Además, podrían ganar nueve de las 15 gubernaturas que están en juego. Es un excelente resultado tomando en cuenta los malos resultados del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Pero el Presidente y sus vástagos son maximalistas. Quieren quedarse con todo. Naturalmente, no lo van a obtener porque en este país, por fortuna, todavía hay pluralismo electoral. Por tanto, donde pierdan, van a alegar que les hicieron fraude y que el Instituto Nacional Electoral actuó facciosamente a favor de la oposición. Ergo, querrán chingarse, y bonito, a los que supuestamente se los chingaron.

Tocará a la poca o mucha oposición en el Congreso y a la ciudadanía defender al INE de la violación que, desde hoy, anuncia el “toro sin trancas”. Él, que tiene mucha experiencia en eso.

 

                Twitter: @leozuckermann

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