En la fecha exacta en que se cumple el séptimo aniversario luctuoso de Federico Campbell, el Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, llevará a cabo este lunes 15 de febrero un homenaje a la memoria del escritor nacido en esta ciudad.
En el homenaje, que se llevará a cabo mediante una sesión a distancia, participarán Rosina Conde, Juan Villoro y Adolfo Castañón, quienes vieron publicados sus primeros textos junto con un amplio grupo de escritores en La Máquina de Escribir, la editorial fundada y sostenida por Campbell.
A ellos sumará su voz el fotógrafo Rogelio Cuéllar, como testigo y documentalista de esos afanes y trabajos, creador de la galería “250 retratos de la literatura mexicana” en la que figura el autor de “Transpeninsular”; la galería está disponible en línea y la parte que corresponde al escritor tijuanense puede ser visitada en http://www.rogeliocuellar.mx/galeria/escritor/60/campbell-federico.
El homenaje a Federico Campbell será conducido por Jaime Cháidez Bonilla, coordinador de Contenidos y Memoria del Cecut, y será transmitido a las 18:00 horas (tiempo del Pacífico) a través de la cuenta de Facebook cecut.mx, en el marco de la campaña nacional Contigo en la Distancia de la Secretaría de Cultura federal.
Autor de novelas, decenas de cuentos, varios volúmenes de ensayos, dos libros de entrevistas y un manual de periodismo, la muerte de Federico Campbell, registrada el 15 de febrero de 2014, causó honda consternación en las letras nacionales y en esta localidad, donde nació el 1 de julio de 1941.
Campbell también fue periodista, editor y traductor. Estudió Derecho, Filosofía y Letras en la UNAM, y Periodismo en el Macalester College, en Minnessota, Estados Unidos. Fue corresponsal de la Agencia Mexicana de Noticias en Washington; becario de la Fundación Guggenheim y ganó el Premio de Narrativa Colima por su novela “Transpeninsular” (2000). Colaboró en diarios y revistas nacionales como La Jornada, Proceso y Milenio, donde escribió semanalmente la columna «La hora del lobo».
Extensa y variada, su obra comprende los títulos “Infame turba”, 1971; “Entrevistas con escritores”, 1972; “Pretexta o el cronista enmascarado”, 1979; “Todo lo de las focas”, 1983; “Los brothers”, 1984. “Tijuanenses”, 1989; “La memoria de Sciascia”, 1989; “De cuerpo entero” (memorias) 1990; “La invención del poder”, 1994; “Post scriptum triste”, 1994; “Máscara negra. Crimen y poder”, 1995; “Transpeninsular”, 2000; “La clave Morse”, 2001; “Periodismo escrito”, 2002; “La ficción de la memoria”, 2003, y “El imperio del adiós”, 2004.
A los títulos anteriores hay que añadir otros más aparecidos después de su muerte: “Regreso a casa”, que reúne textos inéditos y otros publicados en varias ediciones, como el primer cuento de Campbell, “El sol de la infancia”, su primera novela “Todo lo de las focas” y el relato “Tijuanenses”.
Otro volumen, este de ensayos, bautizado con el nombre de su columna “La hora de lobo”, de la cual el escritor Vicente Alonso, amigo muy cercano de Campbell en sus últimos años, seleccionó una serie de textos breves en los que el narrador tijuanense reflexiona sobre una multiplicidad de temas con su habitual agudeza y una mueca de sorna… cuando la ocasión lo amerita.
En su faceta de editor, la labor de Campbell resultó decisiva en la vida de muchos de quienes publicaron en La Máquina de Escribir, nombre cuyo significado trasciende la mera alusión al artefacto mecánico, sino que es de naturaleza más conceptuosa y deriva de las ideas de Gilles Deleuze y Félix Guatari quienes “hablan de que el escritor es una máquina productora de fantasías, las máquinas pensantes. Luego entonces, el escritor es una máquina de escribir”, según recuerda Carmen Boullosa citando al propio Campbell.
Esta colección de “libros marginales”, nombre con el que Campbell solía referirse a los volúmenes publicados en La Máquina de Escribir, dio conocer los primeros textos de escritores como, además de los citados, David Huerta, Evodio Escalante, Coral Bracho, Alberto Blanco, Bárbara Jacobs, José María Espinasa, Carlos Chimal, Álvaro Uribe, Ricardo Yáñez, Margo Glantz y muchos otros que después conquistaron el gusto de los lectores y fueron publicados por las grandes editoriales.
“Es difícil saber cuántos de nosotros habríamos renunciado a publicar de no haber sido por Federico”, ha señalado Juan Villoro a propósito de la generosa actitud de Campbell al frente de La Máquina de Escribir y su decisión de dar a conocer a escritores en momentos en que apenas estaban forjando un nombre en el campo de las letras. El envión anímico y literario que eso significó para muchos es ciertamente incuantificable.
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