Nueve meses después del primer caso, un año después de que apareciera el coronavirus, hoy es evidente que el gobierno de López Obrador fracasó en su manejo del covid-19. Nunca les importó controlar el número de contagios. Tampoco minimizar los muertos. Su prioridad fue la no saturación de los hospitales públicos y privados. Pues ni eso lograron. Un fracaso total.

Los reportes en la prensa se multiplican de gente infectada buscando desesperadamente una cama para atenderse. Los espacios son escasísimos en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Los doctores dan testimonios de historias dramáticas. Pacientes tosiendo, sin capacidad de respirar, que los regresan a sus casas porque no hay lugar. Unidades de Cuidados Intensivos sin camas con ventiladores para intubar a los pacientes más graves. O camas con ventiladores, pero sin el personal médico capacitado para otorgar una atención adecuada.

Fracaso total.

Andrea Vega, de Animal Político, documenta la triste realidad. En el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán han alertado al personal: “si el ritmo de contagios sigue como está, en enero de 2021 el sistema de salud colapsará. Y colapsar no es lo mismo que tener hospitales llenos, algo que ya sucede en este momento. Colapsar es que no haya camas, insumos y equipos médicos, en ninguna institución, para atender a todos los enfermos críticos. Es tener que decidir a quién sí se le atiende con todos los recursos necesarios para domar al virus y su ataque en el cuerpo y a quién no. Es tener que decidir quién tendrá opciones de resistir al virus y quién no”.

Precisamente, lo que quería evitar el gobierno. Las escenas terroríficas que vimos a principios del año en Italia.

Fracaso total.

Hospitales llenos y, como revela el artículo de Vega, por increíble que parezca en esta época de la información digital, no existe un sistema en la capital para que desde un hospital se busque disponibilidad en otro. No. “Son los enfermos y sus familias quienes deben buscarlo”. En todos estos meses, ni el gobierno federal ni el capitalino pudieron programar una simple aplicación para que desde uno nosocomio se buscara y asegurara un lugar a un paciente con síntomas graves de covid-19.

Fracaso total.

En la Ciudad de México, “Oliva López Arellano, secretaria de Salud de la entidad, alertó que se está a una semana de alcanzar la ocupación máxima registrada en esta pandemia”. Es lógico porque la administración de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, no ha querido regresar el semáforo epidemiológico a rojo. Su jefe, el presidente López Obrador, se rehúsa a un nuevo confinamiento que ponga en riesgo la recuperación económica. Mejor, entonces, que se infecte y muera más gente.

En el colmo del vaniloquio del charlatán que pusieron al frente del combate del covid-19, el cretino, cuyo nombre no voy a mencionar, dijo que el color del semáforo en la Ciudad de México “es intrascendente”. ¿Qué? Si ellos mismos diseñaron el semáforo. Si ellos mismos lo presumieron como una herramienta para exportar a otros países. Ahora resulta que no sirve para nada. Claro, no sirve porque regresar al rojo implicaría aceptar su fracaso total.

A partir de junio, las restricciones se relajaron. Desde la tribuna gubernamental se dijo que la pandemia se había domado. El presidente Andrés Manuel López Obrador, aconsejado por el vanidoso doctorcillo, nunca quiso poner el ejemplo de utilizar el cubrebocas. Hoy no quieren asumir la dura realidad: que el sistema sanitario está a punto de colapsar en el centro del país.

Dice el reporte de Andrea Vega que no sólo se tiene problemas de disponibilidad de camas y ventiladores, sino que también los medicamentos han comenzado a escasear.

Aquí el testimonio de un doctor del Hospital Juárez: “Nos faltan ya medicamentos para sedar y no podemos tener despierta a una persona que tiene un tubo en la garganta. Hemos tenido que ver qué hacemos. Si no hay un medicamento, buscamos algún otro para ponerle”.

Estamos en el momento más delicado de la pandemia. Y todo indica que se va a poner todavía peor después de las fiestas decembrinas.

Frente al fracaso absoluto del gobierno, lo único que queda es cuidarnos para evitar el calvario de contagiarse y verse en la necesidad de peregrinar por todos los hospitales buscando una cama, un ventilador, unas medicinas para salvar la vida.

 

                Twitter: @leozuckermann

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