Continúa el aislamiento por la pandemia del covid-19 y, por tanto, como todos los jueves, sigo con recomendaciones de qué hacer durante la prolongada estancia en casa. En esta ocasión voy a sugerir un libro sobre la Agencia Central de Inteligencia, (la CIA por sus siglas en inglés). Se trata de Legado de cenizasLa historia de la CIA, del periodista Tim Weiner.

Es un libro largo, a ratos crudo en su lectura, pero, gracias a su profundidad, acaba siendo una joya para todos aquellos interesados en la historia de Estados Unidos y su relación con el mundo entero después de la Segunda Guerra Mundial.

Al terminar de leer Legado de cenizas, uno se queda con la sensación de lo difícil que es ser un imperio en estas épocas. Supongo que también lo habrá sido en otros tiempos, pero ahora existe una diferencia: el imperio debe estar presente en el planeta entero.

Los romanos, por ejemplo, no tenían que preocuparse por lo que estuviera sucediendo, en ese momento, con los mayas al otro lado del Atlántico. Sin embargo, en un mundo completamente conectado, la potencia victoriosa de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, tenía que vigilar, espiar y conspirar en los lugares más recónditos de la Tierra para defender sus intereses.

Bien podría decirse que la CIA (quizá junto con la ya desaparecida KGB) fue la primera agencia de inteligencia de la historia de la humanidad verdaderamente mundial. Con estaciones prácticamente en todo el orbe y con cientos de operaciones implementándose al mismo tiempo.

Y, contra lo que uno tiende a pensar, la agencia era —al parecer sigue siendo— un desastre, sobre todo en la parte de las acciones encubiertas.

A diestra y siniestra, le metían goles. Los soviéticos, por ejemplo, tenían mejores sistemas de espionaje acostumbrados, por supuesto, a un Estado cuya supervivencia, interna y externa, dependía de manera crítica del espionaje. La CIA, en cambio, desperdiciaba miles de millones de dólares en todo tipo de operaciones fallidas que siempre quedaban impunes.

Varios presidentes estadunidenses simplemente no confiaban en la CIA. La consideraban como un organismo burocrático sin capacidad de presentar escenarios estratégicos y, sobre todo, de llevar a cabo con éxito operaciones clandestinas.

Weiner, reportero por muchos años en The New York Times, ofrece la larga historia de fracasos. Desde la fallida operación para espiar en Berlín Oriental, hasta los sorpresivos atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, pasando por la malograda operación para derrocar a Fidel Castro con la invasión de Bahía de Cochinos o el fracaso en pronosticar la Revolución iraní que, a la postre, secuestró la embajada estadunidense en Teherán.

El mito de la poderosísima CIA va cayendo página tras página hasta quedar un verdadero legado de cenizas documentado por el autor de manera exhaustiva.

Leer Legado de cenizas es dar un repaso de la historia del mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Ahí aparece la creación de la China comunista, la guerra en Corea, la de Vietnam, la instalación de los misiles soviéticos en Cuba, el asesinato del presidente Kennedy, las guerras en el Medio Oriente, el golpe militar en Chile, la invasión de la URSS a Afganistán, la caída del imperio soviético, la primera guerra del Golfo, la aparición de Al-Qaeda y la mentira que justificó la guerra en Iraq: las supuestas armas de destrucción masiva.

Weiner ha escrito un formidable libro que nos recuerda que la percepción puede ser muy diferente a la realidad.

La CIA es, simplemente, un desastre burocrático convertido en gran mito gracias a Hollywood. Lejos del estereotipo heroico, los espías suelen ser personajes en el mejor caso alcohólicos y en el peor, sicóticos. Muchos acaban suicidándose. Otros, por errores estúpidos, acaban cavando sus propias tumbas.

Legado de cenizas podría ser una fuente extraordinaria de guiones de cine sobre antihéroes.

Recomiendo mucho su lectura, sobre todo a aquellos que siguen pensando que la CIA es una agencia todopoderosa que está detrás de todo evento político mundial.

 

                Twitter: @leozuckermann

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