En Tulum se vive la primavera eterna y soleada, acompañada de una espesa vegetación, es el lugar donde convergen historia, cultura y una increíble belleza natural. Una de sus mayores atracciones es la zona arqueológica de Chichén Itzá, famosa por haber sido un centro del conocimiento del universo, la astronomía y las matemáticas, pero otro de sus grandes atractivos es el hermoso Coral Tulum, un exquisito hotel que combina el lujo con la perfección del Caribe mexicano.
El hotel es un destino mágico para alejarnos del ajetreo y dedicarnos a saborear de los placeres de la vida. Cada uno de los espacios de este emblemático hotel boutique, está diseñado para complacer los sentidos en completa armonía con los elementos naturales, rodeado de la mística selva maya.
Al cobijo del clima cálido, en el hotel nuestros sentidos se regocijan por el contacto de las playas suaves, con las vistas al agua cristalina desde las habitaciones, con la brisa fresca que nos envuelve, y con la atención deliciosa que nos hace sentir únicos y especiales.
Desde la comodidad de la Ocean Front Suite, se tienen vistas imponentes al mar, como si fuera un cuadro tranquilo y sereno que estuviera ahí sólo para nosotros. El sonido rítmico de las olas es el eterno compañero, está ahí para darnos los buenos días, y es el murmullo que nos arropa durante las noches, y desde la alberca privada o el balcón, recibimos las caricias de la brisa marina.
En las Garden View Suite, que se ubican a poca distancia de la playa, las vistas son a un auténtico jardín del edén. Los paisajes y la colorida perfección de sus formas nos llevan a un estado de relajación profunda que se traduce en perfecta felicidad. Es como si los elementos de la naturaleza se confabularan para llevarnos a un estado de éxtasis y fascinación.
En su parte gastronómica, el hotel hace honor a la fama gastronómica de Tulum con las creaciones de su restaurante, uno de los mejores de la zona y que está basado en una original fusión de cocina mexicana y peruana. Desde energéticos desayunos orgánicos hasta cenas cautivantes, sus platillos están diseñados para despertar los sentidos y dejar una huella en la memoria.
Entre sus grandes imperdibles están el pescado en sal; pescado al horno de leña, salmón ahumado con té; atún sellado con sal y pimienta; camarones con champiñones a la leña; camarones en salsa de tamarindo; filete de pescado estilo Mediterráneo; y filete de pescado Sian Kaan.
Rodeados de su apacible intimidad, las estancias aquí son inolvidables. Más que un hotel, es un verdadero santuario donde la energía local se canaliza para llevarnos a nuestro bienestar. Al cobijo del vaivén de las palmeras, los días empiezan con el canto de cientos de aves y una caricia de viento en las mejillas.
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