Han crecido las probabilidades de que la economía mundial se dirija hacia una recesión. Ayer, los mercados accionarios tuvieron una fuerte caída. Los índices estadunidenses decrecieron en alrededor del tres por ciento. Los inversionistas se están saliendo de los valores de mayor riesgo para refugiarse en los más seguros. Esto ha llevado a que la curva de rendimientos de los Bonos del Tesoro Americano (considerados de los más seguros del planeta) ya se haya invertido. Las tasas de interés de los bonos de corto plazo están por arriba de los de largo plazo. Esto ocurre cuando la gente está tan preocupada por la economía que empieza a poner su dinero en inversiones seguras de mayor plazo, lo cual hace que los rendimientos de estos instrumentos caigan por debajo de los bonos de corto plazo.
La llamada “curva invertida” es uno de los indicadores que mejor predice una posible recesión. El hecho de que los inversionistas estén dispuestos a ganar tan pocos intereses en bonos de largo plazo sugiere que no están preocupados por la inflación, sino por la debilidad económica.
Ya estamos en el punto tremendamente contraintuitivo de países y empresas colocando bonos con tasas de interés negativas. Es el caso, por ejemplo, de los gobiernos de Japón, Alemania y Francia, así como corporaciones con finanzas muy sólidas como Nestlé. La gente compra estos instrumentos porque piensa que, en el futuro, los rendimientos serán aun menores de los actuales, lo cual significa que ellos obtendrán una ganancia de capital al subir los precios de los bonos. En Dinamarca, un banco está ofreciendo préstamos hipotecarios de diez años con una tasa de interés de menos 0.5%, una maravilla para los deudores, quienes acabarán pagando menos dinero del que recibieron del banco. ¿Se imagina?
Cada día que pasa aparecen más noticias negativas que están moviendo a los mercados y apuntan a una posible recesión. Tan sólo esta semana, la victoria en las elecciones primarias en Argentina, y el inminente regreso de los peronistas al gobierno, derrumbó los mercados en ese país afectando a todas las economías emergentes, incluyendo a México. China, por su parte, reportó el crecimiento más débil en su producción industrial desde 2002. La economía de Alemania se contrajo en la medida en que sus exportaciones cayeron. Los países de la zona del euro siguen sin despegar después de un prolongado periodo de estancamiento. En el Reino Unido, el Brexit ha generado gran incertidumbre económica y financiera.
Estados Unidos, por su parte, está perdiendo la gran fuerza económica que traía. Es un desgaste natural después de tantos años de estar creciendo, aunque también ha contribuido la guerra comercial que Trump le declaró a China. No por nada, el presidente de Estados Unidos prolongó el plazo para imponer nuevos aranceles a las importaciones chinas, del primero de septiembre al 15 de diciembre.
Cuando comenzó el año, las probabilidades de que EU entrara en una recesión en los próximos 12 meses eran de menos del 10 por ciento. Hoy, de acuerdo con el Modelo de la Reserva Federal de Nueva York, con base en la diferencia de las tasas de interés de los Bonos del Tesoro, ha subido al 33 por ciento.
Para México, como para todas las economías emergentes, es una pésima noticia que el mundo se esté desacelerando, que algunos países ya estén en recesión y que las probabilidades de una situación así estén creciendo en Estados Unidos. Si de por sí, con la retórica y decisiones del nuevo gobierno de López Obrador, no había mucho apetito por invertir en México, pues ahora habrá menos. Los inversionistas, como se está viendo, están protegiendo sus capitales en instrumentos de máxima seguridad.
Todo eso eleva las probabilidades de que nuestro actual estancamiento económico se agudice al punto que, ahora sí, terminemos en una recesión. La buena noticia para AMLO es que, ante estas perspectivas mundiales negativas, podrá argumentar que la culpa por la precariedad económica en México no es de él ni de su gobierno, sino de los factores internacionales que afectan a nuestro país. Fiel a su estilo, el Presidente apuntará su dedo flamígero hacia otros lados, porque jamás lo apunta hacia él, que nunca se equivoca.
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