Las manzanas orgánicas en el supermercado están en un recipiente verde de cartón que huele incluso un poco a heno. «Esta caja está compuesta por un 40% de residuos de hierba, y la materia prima es de rápido crecimiento, protege los recursos naturales y al medio ambiente», aparece impreso.
Detrás de este cartón orgánico está Uwe D’Agnone, propietario de la empresa Hennefer Creapaper, en Renania del Norte-Westfalia. La pequeña empresa familiar fabrica pequeños regalos publicitarios de papel con semillas. El apasionado inventor leyó hace unos años que en países como Indonesia se talan enormes bosques todos los años. La madera es la materia prima más importante de la que se extrae el papel. Así que D’Agnone estaba buscando alternativas y, después de algunos intentos, finalmente dio con el heno. La poda verde de cualquier prado es válido, para su invento.
A diferencia de la madera, la hierba apenas contiene lignina, un pegamento natural que mantiene unidas las fibras largas y delgadas de la celulosa. «En la madera del árbol, la lignina permite que crezca, cuanto más alta es la planta, más lignina tiene. Así que miré hacia abajo», dijo D’Agnone a DW.
Para disolver este pegamento natural, la fabricación de papel tradicional requiere mucha energía, agua y química. De acuerdo con la Federación Alemana para el Medio Ambiente, BUND, una bolsa de papel de la compra es ecológicamente más sostenible, en comparación con una de plástico, si se reutiliza al menos ocho veces.
Producción limpia
La huella ecológica del papel de hierba es mejor. D’Agnone dice que la compañía no utiliza productos químicos para fabricar las fibras de celulosa y solo consume una décima parte de la energía necesaria para la fabricación de papel convencional. Para este propósito, se usan 2 litros de agua por tonelada de fibras de hierba en vez de los 6.000 litros para misma cantidad de madera como materia prima.
«Por tonelada de celulosa de madera se produce 510 kilos de CO2», dice D’Agnone. La misma cantidad que se libera cuando una persona usa la electricidad generada por carbón durante todo el año. «Nos ahorramos el 75 por ciento», dice el inventor. Incluso en comparación con la celulosa de papel reciclado, representa un 25 por ciento menos en la emisión de CO2.
La hierba se seca, se limpia, se corta según la longitud de fibra requerida y se presiona formando gránulos. Los fabricantes de papel luego los remueven en agua. Dependiendo de la finalidad, el papel puede tener hasta un 60 por ciento de hierba. El resto está hecho de madera fresca y material reciclado, como el papel convencional.
«En Alemania, la mayoría de la celulosa se importa actualmente, por ejemplo, de granjas de eucaliptos», dijo Nico Arbeck, del Centro de Competencia para Materias Primas Sostenibles (C.A.R.M.E.N.), en Straubing. Las importaciones provienen de todo el mundo, a veces de Escandinavia, el sur de Europa y América Latina.
Arbeck ve muchas ventajas en el papel de hierba: significativamente menos consumo de agua y energía, materia prima regional y rutas cortas de transporte. Hasta el momento, solo se han segado áreas que no tienen uso agrícola, sino de compensación ecológica. «En la actualidad no supone una competencia para la producción de alimentos”, dice Arbeck.
¿Solo para la «sensación ecológica»?
D’Agnone recibió muchos premios de innovación, medioambientales y de fundación de empresa junto con los científicos agrícolas de la Universidad de Bonn. El último galardón hasta la fecha es el renombrado «Red Herring Top 100 Europe» que distingue los avances tecnológicos.
El profesor Jukka Valkama, del Centro de Papel Gernsbach en la Universidad Dual de Baden-Wurtemberg, se muestra, por el contrario, escéptico. «En sí, no es nada nuevo: la industria del papel utiliza muchas plantas anuales». Para algunos productos especializados se mezclan algodón, cáñamo o yute. «El papel de hierba no aporta beneficios al producto final, pero al cliente le da la sensación (de que es un producto) ecológico», dice el investigador.
El profesor Valkama no tiene cifras sobre la huella ecológica de la producción, pero cree que muchas sustancias de la hierba segada, que están en el agua, deben luego purificarse. Debido a las fibras visibles, una gran cantidad de papel de hierba también tendría un impacto negativo en la calidad del papel fabricado.
«Tuvimos que demostrar a los fabricantes de papel que el papel de hierba es reciclable y que puede estar en contacto directo con alimentos o, por ejemplo, que no contiene alérgenos», dice D’Agnone, refiriéndose a varios certificados que se pueden leer en su sitio web.
Más de 20 fábricas en Alemania, los Países Bajos e Italia ya están trabajando con su granulado. Por supuesto, el papel hecho de hierba aún está muy lejos de reemplazar al convencional hecho de madera. Pero con el de hierba ya se puede diseñar el 90 por ciento de los usos habituales, aseguró el inventor.