Una tarde entre semana, de esas rutinarias, hice una pausa y pasé a comprarme un café, haciendo cola en la caja recibí la llamada de mi amiga Martha, ella me hacía ver un error ortográfico en una publicación que subí a mis redes sociales; Martha me conoce y sabe que soy perfeccionista con la ortografía y estaba segura que yo no me había dado cuenta por más que hubiese leído y revisado ese post unas 150 veces.
Platicando sobre el tema nos surgió la duda de que: si así como los errores ortográficos que se nos pasan de vez en cuando nosotros podríamos estar actuando en nuestras vidas como si la vida o nuestra familia o nuestra pareja fueran perfectas cuando en realidad son un caos, o si podríamos caer en el error de creernos perfectos y jueces de los errores de los demás siendo nosotros quienes estuviéramos errados, ya saben: “ver la paja en el ojo ajeno sin considerar la viga en el tuyo propio”.
Es interesante platicarles de este tema porque, el crearnos estas pantallas de “todo está bien”, “todo es perfecto” y “ustedes son los equivocados y yo no”, son nada mas y nada menos que los ya famosos mecanismos de defensa como los llama la Psicología, son jugarretas que utiliza nuestra mente, utilizando la parte inconsciente de nuestro cerebro para mantener el equilibrio de la persona en situaciones emocionalmente difíciles o que conlleven un gran esfuerzo psicológico de adaptación.
Los mecanismos de defensa tienen la función de mantener el equilibrio psicológico y permiten a la persona seguir funcionando, minimizando las consecuencias de sucesos demasiado intensos emocionalmente, ya que sin estos mecanismos, una situación, un pensamiento, o una sensación muy intensa emocionalmente podría bloquearnos o producirnos un gran malestar psicológico. Su función consiste en proteger el equilibrio emocional y la formación de la personalidad cuando somos niños, pero, su uso persistente produce patologías que darán como resultado desequilibrios como estrés y respuestas neuróticas como ansiedad y/o depresión, que frecuentemente son acompañadas por disfunciones biológicas, pérdida de sueño o apetito, enfermedades psicosomáticas como úlceras, migrañas, gastritis, etc.
Al afrontar determinadas situaciones o reacciones personales inaceptables para nosotros mismos, la estructura psicológica de nuestras creencias o nuestra forma de pensar se torna inestable. El esfuerzo para adaptarse a la nueva situación es demasiado grande y, o no se puede hacer tal esfuerzo, o se evita, lo que crea un desequilibrio y como consecuencia, el sistema psíquico se desestructura produciendo una desagradable sensación de ansiedad y malestar.
Estos surgen cuando nos encontramos en situaciones emocionales para las que no estamos preparados y no podemos, a veces inconscientemente, ni aceptar ni elaborar, como por ejemplo: un duelo, una ruptura amorosa, la falta de reconocimiento en el trabajo, el rechazo ,etc.
También son una manera de falsificar o distorsionar experiencias y situaciones para que sean más aceptables y permitan conservar nuestra autoimagen, así como afrontar la realidad de alguna manera.
Por lo que es muy importante que nos tomemos el tiempo de hacer contacto con nuestro interior, darnos la oportunidad de comprobar si es que estamos poniendo resistencia a ver nuestra realidad y no tener miedo a explorar esas emociones que pretendemos ignorar. Debemos prestar atención a nuestra conducta, a lo que pensamos y sentimos para poder detectar si estamos resguardándonos tras alguno o varios mecanismos de defensa y si así fuera, es necesario hacer uso de una gran madurez personal para aceptar su actuación en nosotros y una gran formación para identificar su funcionamiento en los demás, esto querido lector, se consigue con ayuda profesional y apoyándose en la terapias alternativas que son fuentes maravillosas para la restructuración emocional y equilibrio de la psique como los son las flores de Bach y el Reiki, entre otras.
Cuando se esconden cosas se limita la libertad, en cambio, cuando son reconocidas y salen a la luz, hacemos consciente una realidad que puede ser modificada. Seamos responsables de lo que ocurre en nuestro interior, acuérdense que no somos solo cuerpo y proyectamos también lo que somos por dentro por más que queramos ocultarnos y protegernos bajo máscaras que solo nos asfixian y nos alejan de nuestra escencia. Quitémonos la venda de los ojos y permitámonos ver ese “error” que jamás quisimos ver y que se volvió parte de nuestras vidas quitándonos libertad, salud mental y equilibrio emocional. Aceptar que estamos equivocados y pedir ayuda habla de un carácter valiente y un sólido amor propio necesarios para estructurar una vida funcional, feliz y productiva.
Nos leemos muy pronto.