Todo parece indicar que, esta semana, el Senado votará la revocación de mandato que ya aprobó la Cámara de Diputados. Ojalá la minoría opositora en la Cámara alta vote en bloque para rechazarla porque se trata de una mala idea que pervertirá nuestro régimen presidencial.
Retomo, aquí, la noción de Sabino Bastidas cuando debatimos este tema en Es la hora de opinar. En lugar de analizar la revocación del mandato como un paso a una posible reelección de López Obrador, examinémosla por sus propios méritos y defectos. Si hacemos este ejercicio, nos daremos cuenta de que es una barbaridad.
Digamos que se aprueba la iniciativa y, en la elección intermedia de 2021, aparece el Presidente en la boleta para decidir si se queda o no por el resto de su sexenio. Esto quiere decir, supongo, que López Obrador podrá hacer campaña para convencer al electorado de la conveniencia de su permanencia. ¿Va a tener acceso a spots de radio y televisión para dicha campaña o utilizará los de Morena? ¿Cuáles serán los criterios del Instituto Nacional Electoral para balancear, por un lado, la libertad de expresión del Presidente y, por el otro, la equidad en la contienda?
Del otro lado, ¿podrá haber una campaña opositora para persuadir a los votantes de que lo mejor para el país es la remoción de AMLO? Recordemos que en México está prohibido que las personas físicas y morales adquieran spots de radio y televisión para hacer campañas políticas. Los únicos que tendrán acceso a estos anuncios son los actuales partidos opositores que están muy divididos y debilitados. ¿Usarán sus spots para llamar a la remoción de AMLO o para apoyar a sus candidatos a puestos de elección popular?
Desde hoy se avizora una contienda muy inequitativa. Por un lado, un Presidente, con todo su poder y el apoyo de su partido, en campaña a favor del “sí”; por el otro, una oposición fragmentada, con intereses e ideologías diversas, dudando si unirse en una campaña por el “no” sin que puedan apoyarlos organismos privados. En este sentido, todos piensan que Andrés Manuel López Obrador no tendrá ningún problema para ganar dicha votación. Puede ser, pero con una inequidad propia de las viejas épocas priistas.
Una Constitución, sin embargo, no se reforma pensando en un resultado en particular sino en todas las posibles consecuencias. Por ejemplo, ¿qué pasaría si el Presidente perdiera la votación para permanecer en su cargo?
Vamos a suponer que López Obrador acepta la derrota —una gran premisa ya que este personaje nunca ha aceptado en su historia cuando ha perdido— y se retira. Ante la falta absoluta de un Presidente durante los últimos cuatro años del sexenio, la Constitución ordena que ambas cámaras del Congreso se constituyan en Colegio Electoral para elegir, por una mayoría calificada de dos terceras partes, al Presidente sustituto que terminaría el sexenio de AMLO.
Se iría un Presidente que ganó su puesto en las urnas para quedar un Presidente que se lo ganó en una votación en el Congreso. Un absurdo.
Imaginemos, además, las grillas de los diputados y senadores para nombrar a un nuevo mandatario. Los lopezobradoristas (Morena, PT, PES y Verde) propondrían uno de los suyos, con toda seguridad un segundón de AMLO. La oposición (PAN, PRI, PRD, MC) argumentaría que, como perdió AMLO el mandato, debería ser alguien diferente de ese grupo político. En el toma y daca, quedaría un Presidente de compromiso, es decir, un debilucho con pocos apoyos reales en el Congreso. Una locura.
Locura que va a quedar inscrita en la Constitución. Y eso es lo que no entienden los señores de Morena. Ellos están pensando en un triunfo apabullante de AMLOen 2021. Pero las constituciones no se redactan para pavimentar el camino de una victoria electoral a alguien sino para asegurar representatividad y gobernabilidad de un régimen político. Con la revocación del mandato, paradójicamente se debilita la institución presidencial y, por ende, la gobernabilidad del país.
Todo mundo piensa, hoy, que, de estar AMLO en la boleta del 2021, arrasaría. Puede ser. Vamos a suponer que sí. ¿Y el siguiente Presidente? ¿Qué tal si ése o ésa pierde la revocación del mandato en 2027? ¿Eso queremos?
La oposición en el Senado tiene la gran responsabilidad de pensar en las consecuencias de un cambio constitucional que puede tener efectos muy negativos para la gobernabilidad del país. No pueden aprobar una reforma hecha a la medida de Andrés Manuel López Obrador sin pensar en el futuro. No sólo en este Presidente sino en los posteriores. Ojalá no se equivoquen y rechacen esta barbaridad.
Twitter: @leozuckermann