La vida es un constante aprendizaje, tornándose breve dependiendo de las circunstancias de nuestro entorno, mientras que otras un poco más larga e incluso, tediosa para algunos. Sin embargo, todo depende del lente con que se miren y vivan los diferentes escenarios histórico-sociales a lo interno de nosotros mismos, esos espacios donde nos desarrollamos juntos y por separado, llenos de experiencias que constituyen parte de nuestro carácter, personalidad e incluso destino, marcándonos profundamente, no solo de una manera aleccionadora sino también, fortaleciéndonos con el tiempo, ante todo tipo de vicisitudes.
Porque la vida es eso precisamente, vivir y vivir intensamente, aunque nos perdamos en el recorrido cuando viramos el rumbo; igual de una u otra forma, nos encontraremos de nuevo con nuestro propio destino, el cual construimos cada día, siendo único e irrepetible, ya que solo depende de nuestro esfuerzo personal, tenacidad y dedicación, misma que se inicia y plasma desde el fondo de todo corazón.
Así que adelante. Inspira a otros pero también a ti mismo, para evolucionar durante el proceso y de forma fácil poder cambiar. Ya que de acuerdo con el químico francés Antoine Lavoisier, la energía no se crea ni se destruye, simplemente se transforma y lo hace de tal manera que debes empezar desde ahora, para escribir tu propia historia.
Por tanto, si todos nosotros somos energía, debemos aprender a abocarnos al cambio, pero sin miedos, ausentes de estigmas y prejuicios, siendo conscientes de que es una ley natural, frente a la cual no debemos mostrar ninguna resistencia, porque es igual al cultivo de eso que llamamos paciencia.
Entonces adelante. Se fuerte y valiente para que logres vivir más allá de ti y de los demás, debido a que todas las experiencias sean éstas agradables o no tanto, son los tesoros más preciados en este transitar que es la vida, donde tú ya no eres tú al final del día, aunque todavía creas que sigues siendo el mismo, ya que te has transformado en alguien un poco más distinto.
Por ello, nunca niegues ser quien realmente eres, no te reprimas ni te escondas, no te traiciones a ti mismo, por seguir la senda ajena, esa que puede ser impuesta por los estándares sociales o el medio; ya que los espíritus libres, reconocen su propio camino y nunca pero nunca, tienen miedo de encontrarse con su destino, porque son dueños de éste en todo tiempo y más allá del infinito…
Marisol Chévez Hidalgo
Licenciada en filosofía
Universidad de Costa Rica