Cuando daba clases en la UNAM, dos estudiantes llegaron a mi oficina dónde me encontraba con mis dos ayudantes. Ambas vestían camisetas de tela ligera, muy pegadas y tenían pechos abundantes. El diálogo fue más o menos así
– Maestro nos reprobó
– Así es
Mientras movían provocadoramente el pecho dijeron:
– Hay otra manera de pasar?
– Sí.
La cara se les iluminó
– Si leen este libro les juro que las paso.
Se fueron desconsoladas porque no funcionó el recurso del “fast track” para aprobar una materia. Cuando fui estudiante nunca se me ocurrió que este tipo de prácticas pudieran presentarse en una escuela, pero cómo maestro se abren otras ventanas de información.
Las alumnas posiblemente se motivaron porque se rumoraba el nombre de un profesor que cambiaba calificación por favores sexuales: cuerpo. Con los años el profesor ascendió en la burocracia cultural del país y si los rumores eran ciertos posiblemente seguía con las mismas costumbres. Si depredaba estudiantes, no hay razón para que no depredara empleadas o gente asociada al mundo del arte.
Ha sido fortuito el escándalo en el mundo del cine para que empiece a destaparse la caja de pandora del uso del sexo como moneda de cambio, aunque siempre con un componente de poder y tolerancia. Al poderoso lo dejan hacer.
Una estudiante de derecho publicó su historia, sin su nombre y el del maestro que la acosó y castigó bajándole la calificación porque no cedió a sus intentos. Las escuelas de derecho son famosas por el nivel de acoso a las estudiantes, aunque muchos se sorprendan que sean justamente aquellos que enseñan sobre la ley, los que utilizan su poder para doblegar estudiantes.
La facultad de Filosofía y Letras de la UNAM ha contratado a una abogada para que maneje los casos de acoso y dicen que no se da abasto.
Algún caso de acoso de un maestro en la Escuela Preparatoria hizo algo de ruido para desaparecer del mapa muy rápido. Ahí el problema es mucho más serio, porque las estudiantes son menores de edad y se trata de casos criminales. Si en la universidad el maestro puede aducir que se trató de un acto consensual, aunque aplicó su poder, con jóvenes menores es un crimen.
Lo cierto es que México está muy lejos de tener y crear las instituciones de prevención, atención y castigo a los hechos de acoso sexual.
La alerta de género es un ejemplo. Aún en aquellos Estados dónde la ley ha avanzado para castigar el abuso sexual y los feminicidios, los gobernadores se resisten a realizar la alerta de género por miedo a ser calificados negativamente ante la inacción para prevenir y proteger a las mujeres. México es un país lleno de simbolismos, y ningún gobernador quiere llamar la atención ante la indolencia frente al abuso sexual, porque tal vez en su vida haya abuso.
En muchos casos se sigue discutiendo la prevalencia de la cultura por sobre las leyes. Se asume que en base a los usos y costumbres puede tolerarse la venta de niñas u otras prácticas violentas. Una niña está desprotegida y es inaceptable que los padres marquen su destino, ya sea que las casen con hombre mayores como sucede en algunos países árabes, que se las venda como sucede en ciertas etnias mexicanas, o se las condicione para ser prostitutas.
Las tres religiones monoteístas son misóginas y permiten interpretaciones que justifican la violencia contra la mujer. En Egipto hay quién promueve la noción de que sea acosada y violada una mujer que viste jeans rotos, porque “incita” a los hombres al sexo. En Arabia Saudita permitirán que las mujeres manejen, pero no que se maquillen.
Para los misóginos las mujeres son responsables de las conductas desviadas y agresivas contra ellas. Solamente en una mente enferma se considera que el cabello de la mujer es seductor y debe cubrirlo, y en una mente peor cabe la noción de que con la mujer se puede hacer cualquier cosa.
La cultura ha hecho de la mujer un objeto y ha creado la noción de que está disponible para cualquier cosa, aún en contra de su voluntad, por eso la trata de persona crea un “mercado de carne” donde cree que es legítimo ofrecer mujeres para saciar los peores apetitos.
Tal vez el problema central es que la trata de personas y el turismo sexual que muchas veces es pederasta son posibles solamente con la anuencia gubernamental y que muchos personajes de la política son parte de esas perversiones; parte de las tribulaciones de la periodista Lidia Cacho fueron por haber destapado una red de pederastas formada por políticos y empresarios y la investigación se quedó corta, mientras la periodista sufrió persecución e intento de homicidio. Como siempre, la justicia al revés.